Por Ángel Gómez Escorial
1.- Como de costumbre, tenemos una relación muy precisa entre la primera lectura y la tercera, el evangelio. El Libro del Eclesiástico., en su capitulo 27 y Lucas en el capitulo 6 de su relato evangélico coinciden en su diagnostico de no precipitarse en el juicio hacia los demás. La distancia temporal entre el texto del Antiguo Testamento y el momento en que san Lucas recoge las palabras de Jesús que acabamos de escuchar en considerable. Pero también son muchos años los dos mil transcurridos desde que Jesús de Nazaret predicaba por las tierras de Palestina y nuestros tiempos, pero todo sigue igual. Y aunque Jesús es drástico y hasta muy duro en sus palabras, los cristianos hemos seguido apreciando más la mota en ojo ajeno que la viga en la nuestra. La hipocresía, con la soberbia, son los más grande defectos de la humanidad a lo largo de los siglos.
2.- San Pablo en su carta primera a los Corintios nos transmite las siguientes frases “La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?”. Obviamente la victoria es de Cristo y según Pablo de Tarso la muerte es el pecado. Hoy., todavía, impresionan esas frases, aun limitadas un tanto por las muchas veces que las hemos escuchado. Pero si todos los humanos hemos de acabar en la muerte parece que esta, finalmente, vence. Pero, no; nuestro final no existe porque seguiremos viviendo junto a Cristo.
3.- La bondad del hombre aparece sin esfuerzo y sin grandes investigaciones. Está presente en su vida cotidiana y en su relación con los demás hermanos. Y Cristo señala que puede ser similar para el hombre malo: a la maldad se la ve venir. Sin duda, hay hombres y mujeres malvados que tapan, que ocultan, su maldad y no asumen su mal proceder. Pero no podrán ocultar su desafuero por mucho tiempo. Y aunque algunos intentan disfrazar su maldad en bien, tampoco lo consiguen. El mensaje de Jesús de Nazaret queda muy claro: “El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca”.
Saquemos pues nuestras consecuencias y, sobre todo, sigamos, junto a Jesús, las muchas vicisitudes de nuestras vidas. El bien ha de ser nuestra divisa y el amor a nuestros hermanos, el mejor trabajo cotidiano.
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