• Proseguimos el Evangelio. Jesús se dirige a los discípulos, “a os que me escucháis” (27). Habla a los que están en la situación de las Bienaventuranzas, concretamente a los que son “perseguidos”.
• Jesús propone una manera de responder a la situación injusta de persecución, de “odio”, de “exclusión”, de “ofensa”: se trata de responder de forma activa, no pasiva.
• Esta nueva relación engendra un nuevo comportamiento con los demás. Hacer y desear (bendecid, rezad) el bien (28); desarmar la violencia con la no violencia (29); generosidad si limites (30); amor desinteresado y no proceder como los descreído (32-34).
No se habla de obedecer a Dios, sino de parecerse a él, de actuar como él actúa (hijos del altísimo) (35).
Misericordiosos, compasivos (36).
No erigirse en censor de los demás, el perdón obtiene perdón (37), la generosidad, generosidad.
• No se trata, pues, de encajar una maldición (28), o de encajar cualquier otra ofensa(29-30) y aguantarse. Se trata de responder activamente con “la bendición”, con la gratuidad (30.34), con el amor hecho acción, no una palabra vacía aunque sea bonita. Sólo así haremos añicos la dinámica de la violencia.
• El Antiguo Testamento nos habla de los enemigos de Israel como enemigos de Dios, y del enemigo personal como rechazado por Dios, ya que el justo y el piadoso están bajo la protección de Dios. Sin embargo a veces se pide al israelita que no se alegre con la caída de su enemigo (Prov 24,17) o se le pide que dé de comer al enemigo hambriento (Prov 25,21). Normalmente el amor y el perdón del enemigo aparecen limitados a los adversarios israelitas (1 Sm 24,26), a los que son del mismo pueblo y tienen la misma religión. El odio al enemigo aparece en el Antiguo Testamento como algo natural (Sal 35).
• De este modo, Jesús va más allá no sólo de la ley del talión, muy bíblica: ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie (Ex 21,14), que tenía la finalidad de poner un límite a la prepotencia del más fuerte y a la venganza sin control (Gn 4,23-24). Va más allá, también, de la regla de oro: No hagas a otro lo que a ti no te agrada (Tb 4,15); lo que el Antiguo Testamento presentaba en negativo, Jesús lo formula en positivo:”Tratad a los demás como queréis que ellos os traten” (31).
• A sus discípulos, a nosotros, nos propone que vivamos y actuemos como lo hace Dios, “que es bueno con los malvados y desagradecidos” (35) y es “compasivo” (36). En esta manera de actuar se manifestará que somos “hijos” de Dios (35). Una de lascaracterísticas de este estilo de vida es la gratuidad (32-34): la bondad, el amor, la misericordia… de Dios son gratuitos. Tan gratuitos como puede ser un banquete cuando los comensales son pobres: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos (Lc 14,12-14).
• Que el “Padre” (36) es “compasivo” ya lo había dicho el Antiguo Testamento. Dios está lleno de ternura y compasión, como un padre o una madre por sus hijos (Ex 34,6; SI 103,13).
• Las frases pasivas de este texto -“no seréis juzgados”, “no seréis condenados”, “seréis perdonados”, “se os dará”, “os verterán una medida generosa” (37-38)-, de acuerdo con las formas bíblicas de expresión, tanto pueden referirse a la acción de Dios (Mc 4,24) como también pueden entenderse de las relaciones entre nosotros (Mt 7,1-2).
• “No juzguéis”, “no condenéis” (37); al contrario, “perdonad”, “dad” (37-38): en esta generosidad podemos hallar la auténtica felicidad (Lc 6, 20-23), la que halla Zaqueo cuando lo comparte todo con los pobres (Lc 19,8).
• Por tanto, no se trata de juzgar ni, menos aún, de condenar a los que piensan de modo distinto, ni siquiera a los que nos causan daño. Ante una campaña electoral, por ejemplo, lo que hay que priorizar es la pregunta por los pobres, por los trabajadores, por los jóvenes…: ¿qué programa los tiene en cuenta?
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