12 diciembre 2018

III Domingo de adviento: Corona de Adviento


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LA CORONA DE ADVIENTO

La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo de encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.


OTRAS POSIBILIDADES

Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.

Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.

El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”



BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

RITO DE INICIO PARA TODA LA CORONA DE ADVIENTO

1. Sacerdote: El Señor, que viene a salvarnos, esté con vosotros:

Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico hemos bendecido esta corona con que inauguramos hace dos domingos el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado verdadera vida. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.

ALGUNAS CONSIDERACIONES RESPECTO A LA CORONA

Junto con lo que expresamos en nuestro recuadro primero conviene tener estas ideas vertidas por el sacerdote navarro, Javier Leoz, y gran colaborador de Betania, sobre la Corona. Dicen asI;

En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve monición. En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la asamblea (una semana un anciano, otra un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la vela o velas correspondientes. Y entre tanto se interpreta algún canto o alguna de las siguientes antífonas:

a) Cantad con gozo, con ilusión: ya se acerca el Señor.

b) Vigilantes encendemos la corona del Adviento.

c) En los cirios ofrecemos cuatro etapas de un encuentro.

d) Pueblo santo, espera a tu Señor con la lámpara encendida.

En su defecto, también se pueden cantar las invocaciones del acto penitencial.

3. El sacerdote reza o canta las siguientes invocaciones:

- Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas del pecado: Señor ten piedad

- Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y la justicia: Cristo ten piedad

- Hijo de Dios, que volverás un día a dar cumplimiento a las promesas del Padre: Señor ten piedad

TERCER DOMINGO. TERCERA VELA



Sacerdote: el testimonio del Precursor nos invita a la alegría

En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. 

Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. 

Preparad sus caminos, porque ya se acerca. 

Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. 

Ya llega el mensajero. 

Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. 

Cuando encendemos estas tres velas 

cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, 

llama para que calientes. 



¡Ven, Señor, a salvarnos, 

envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!



(Se acerca una persona y enciende el tercer cirio)

Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (Otro canto apropiado)

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