09 noviembre 2018

LITURGIA DEL DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO “B”

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R I T O S    I N I C I A L E S

CANTO DE ENTRADA.
Juntos cantando la alegría, de vernos unidos en la fe y el amor.  Juntos sintiendo en nuestras vidas, la alegre presencia del Señor.

Somos la Iglesia peregrina que El fundó, somos un pueblo que camina sin cesar.  Entre cansancios y esperanzas hacia Dios, nuestro amigo Jesús nos llevará.  
   
SALUDO Y  MONICIÓN.

ACTO PENITENCIAL.

GLORIA.

ORACIÓN COLECTA.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del primer libro de los Reyes 17, 10-16.

En aquellos días, se alzó el profeta Elías y fue a Sarepta. Traspasaba la puerta de la ciudad en el momento en el que una mujer viuda recogía por allí leña.
Elías la llamó y le dijo: «Tráeme un poco de agua en el jarro, por favor, y beberé».
Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle: «Tráeme, por favor, en tu mano un trozo de pan».
Ella respondió: «Vive el Señor, tu Dios, que no me queda pan cocido; solo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza. Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo comeremos y luego moriremos».
Pero Elías le dijo: «No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor conceda lluvias sobre la tierra"».
Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia.
Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías.  
     PALABRA DE DIOS

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 145.
Antífona: Alaba, alma mía, al Señor.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos,


El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. 

SEGUNDA LECTURA. 
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28.

Cristo entró no en un santuario construido por hombres, imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena. Si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde la fundación del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. 
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan.
PALABRA DE DIOS

ALELUYA.
Antífona: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.    

EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44.

En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
PALABRA  DEL SEÑOR

HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
Te ofrecemos, Señor, este pan y este vino, que en tu cuerpo y tu sangre quedarán convertidos.

Con el vino y el pan, te ofrecemos el fruto de nuestro trabajo, la ilusión de vivir, el placer y el dolor, la alegría y el llanto.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:
Todos unidos, formando un solo cuerpo, un pueblo que en la Pascua nació. Miembros de Cristo en sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios. Vive en nosotros la fuerza del Espíritu que el Hijo desde el Padre envió. Él nos empuja, nos guía y alimenta, Iglesia peregrina de Dios.

Somos en la tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor. Paz para las guerras y luz para las sombras, Iglesia peregrina de Dios.

Rugen tormentas, y a veces nuestra barca parece que ha perdido el timón. Miras con miedo, no tienes confianza, Iglesia peregrina de Dios. Una esperanza nos llena de alegría: Presencia que el Señor prometió. Vamos cantando, él viene con nosotros, Iglesia peregrina de Dios.

Todos nacidos en un solo bautismo, unidos en la misma comunión. Todos viviendo en una misma casa, Iglesia peregrina de Dios. Todos prendidos en una misma suerte, ligados a la misma salvación. Somos un cuerpo, y Cristo es la cabeza, Iglesia peregrina de Dios. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Señor Dios, Padre de todos, que eres la fuente de todo amor y de toda vida, que nos has hecho hijos tuyos, hermanos unos de otros y miembros de tu familia: la Iglesia.  Tú nos invitas a caminar unidos, ¡Camina con nosotros!

Señor Jesús, Hijo de Dios, enviado del Padre y amigo de los pequeños.  ¡Dirige y acompaña nuestros pasos!  Que tu presencia inspire nuestras iniciativas al servicio de los hombres.  Que tu fuerza anime nuestros compromisos.

Señor Espíritu Santo.  Espíritu del Padre y del Hijo que habitas en el corazón de todo hombre y llenas el Universo.  Ven a purificar, a animar, a unir, y a fecundar nuestra Iglesia de Huesca. 

Virgen María, Madre del Señor.  Acompaña nuestro quehacer diocesano, ayúdanos a ser testigos claros de Jesús ante el mundo.  Danos la alegría y la paz, y haz que nuestra Iglesia diocesana sea fraterna y misionera.  Amén. 

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN Y DESPEDIDA.

Canto.
Id amigos por el mundo, anunciando el amor, mensajeros de la vida, de la paz y el perdón, sed amigos, los testigos de mi resurrección, id llevando mi presencia, con vosotros estoy.

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