MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid nuestra más cordial bienvenida la Eucaristía. Hoy es un día para tomar conciencia del amor que Dios nos tiene a cada uno en particular. No hay excepciones. Todos somos amados de igual manera por el Señor. “El amor procede de Dios” y sólo este amor, que nace de Dios, es el que hace posible el amor al hermano. El amor es regalo, gracia; el amor se nos da. Por tanto, también es un don darlo a los demás. Pidamos al Señor, en esta Eucaristía, que aumente nuestra capacidad de amar y de comprometernos con los hermanos. El mensaje de hoy es sencillo y hermoso: Amemos a Dios sobre todas las cosas y a los hermanos con el mismo amor que Dios, nos da a nosotros. Si cumpliéramos eso no habría en el mundo ni pobreza, ni explotación, ni abusos.
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura, del Libro del Deuteronomio, nos ilumina con esas palabras contundentes: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todas tus fuerzas”, nos está diciendo que si no salimos de nosotros mismos, si no dejamos nuestro “yo”, si no renunciamos al egoísmo... no quedará nuestro corazón capacitado para amar a Dios con todas nuestras fuerzas.
S.- A este Salmo 17 se le consideraba como el “Tedeum” de David cantado al Señor al final de sus días. Es salmo de amor y gratitud a Dios. Y así lo usamos nosotros hoy. Es uno de los más extensos del salterio y nosotros hoy cantamos en la Eucaristía solo una parte. Reflejada en los primeros versos.
2.- En la segunda lectura, de la Carta a los Hebreos, se nos dice que podemos ser reflejo de Cristo. Hombre perfecto, sacerdote eterno, que ha sido capaz de ofrecer la vida por amor a todos los hombres.
3.- El evangelio de Marcos nos muestra la enseñanza de Jesús a un escriba. Jesús mismo es el amor hecho gratuidad. Él nos enseña a crecer descendiendo, a recibir dando, a llegar retrocediendo. Porque a Dios no se puede ir sin pasar por el hermano. Amar a Dios sobre todas las cosas y al hermano desde ese mismo amor es toda nuestra doctrina. Ello es más importante que las devociones, los ritos y las celebraciones litúrgicas.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Escuchemos ahora con mucha atención la plegaria que el Padre Leoz ha escrito para nosotros, para este momento de paz y de sosiego.
HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TÚ DICES Y VIVES
Desviviéndote, en tu intimidad con el Padre
y deshaciéndote por la salvación de la humanidad
Guiándote por la mano del Padre
y dirigiendo con la tuya el camino del que te desea y busca
Proclamando la bondad de Dios en un mundo egoísta
y mostrando, con tus heridas y tu cruz,
que tu vida no es solo palabra…no solo proyectos…
que, tu vida, es hacer aquello que vives: ¡DIOS!
Exhortación de despedida
Salgamos felices de la Eucaristía porque hemos aprendido que Dios nos ama y que su amor a cada uno de nosotros debe ser proyectado hacia los hermanos. Ello sin duda es una propuesta de felicidad completa.
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