Subrayados de la Palabra
- 1ª lectura (Gn 2,18-24): «El hombre dijo: «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
- 2ª lectura (Hb 2,9-11): «Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación».
- Evangelio (Mt 10, 2-16): «Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.” De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ecos de la Palabra para jóvenes y comunidades
- Es de gran ternura descubrir este Dios que se ocupa de la soledad del hombre, aun después de hacer que desfilen ante sus ojos “todos los animales del campo y todos los pájaros del cielo”. Dios que mira y que piensa en su interior cuál es el camino mejor para la felicidad del hombre.
- Dios quiere “llevar a la gloria un gran número de hijos”, es decir, Dios quiere nuestra plenitud. Jesús es el guía: en él contemplamos el amor salvador de Dios. Creciendo en edad, sabiduría y bondad, llega a la gloria y honor, a través del sufrimiento y, al resucitarlo, Dios nos da a entender que los sufrimientos propios de la vida forman parte del plan de Dios, son camino para la gloria.
- Jesús desenmascara las verdaderas razones por las que Moisés permitió el acta de repudio: la infidelidad, dejando bien claro que en el proyecto inicial no era así. Hombre y mujer los creo.
Proyecto de homilía
Las lecturas de la liturgia de este domingo nos dan pie a hablar del amor conyugal y de los principales gozos y dificultades por los que atraviesa tanto el amor conyugal, como la familia, aspectos gozos y sombras que han quedado plasmados de un modo antológico enAmoris laetitia.
En el matrimonio hay un compromiso por parte de ambos cónyuges de amar para siempre, pero para que esto sea posible “hay que cuidar el amor”, como cuidamos una planta o tantas cosas que están sometidas a cuidados serios e intensivos. El cuidado va vinculado al dedicar tiempo, a la renuncia de mis gustos en favor del otro, al diálogo y la tolerancia. Este es uno de los puntos fuertes de la exhortación Amoris laetitia. Hay que cuidar el amor y fortalecerlo.
Los fariseos plantean a Jesús la pregunta acerca del divorcio, no con la intención de conocer lo que piensa Jesús, sino con la intención de ponerlo a prueba, como apunta el mismo evangelista. La pregunta tiene una segunda intención, pues lo que esperaban los fariseos era que Jesús contradijese la ley de Moisés, para así tener de qué acusarlo.
La ley de Moisés permitía a un hombre divorciarse de su mujer con tan solo presentar un acta de divorcio, un simple papel. Hay que destacar que esta prerrogativa no estaba permitida a las mujeres, sino tan sólo a los varones. Jesús, con su respuesta, no busca contradecir la ley de Moisés, sino llegar al origen de las cosas. Por eso hace referencia al libro del Génesis, que escuchamos en la primera lectura, en el que dice que el hombre y la mujer fueron creados con la misma dignidad, haciendo notar así que la ley de divorcio establecida en la ley de Moisés era en sí misma injusta, al dar este derecho sólo a los varones, siendo así contraria a la voluntad de Dios que creó con igual dignidad al hombre y a la mujer. Por consiguiente, dos intenciones.
Desde el magisterio del papa Francisco y en concreto desde su Amoris laetitia, se impone “la lógica de la misericordia pastoral”. El Papa Francisco, para evitar equívocos, reafirma con fuerza: “Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas”. Pero el sentido general del capítulo y del espíritu que el Papa quiere imprimir a la pastoral de la Iglesia está bien resumido en las palabras finales: “Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al Señor. No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal. E invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia”. Sobre la “lógica de la misericordia pastoral” Papa Francisco afirma con fuerza: “A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios. Phonemes tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio”.
Damos gracias a Dios por el amor conyugal, por la institución de la familia y le pedimos, por intercesión de nuestra Madre Auxiliadora, que ayude a todas las parejas del mundo a encontrar la senda del amor fiel y creativo.
José Luis Guzón, sdb
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