Al comenzar la oración mira alrededor. Fíjate en lo que te rodea. A lo mejor es tu habitación o tu clase u otro lugar. Fíjate en las personas que están ahí, en los colores, en las formas. Y ahora, cierra los ojos. ¡Qué diferencia más grande hay entre ver y no ver! ¿Te imaginas no poder ver nunca? Tendrías que aprender a mirar de otra manera. Con el tacto, con el oído, con el olfato. A veces podemos estar ciegos y necesitamos que Jesús nos enseñe a ver. Es lo que le pasó al hombre del evangelio de hoy.
El texto es una adaptación de Mc 10, 46-52:
Había un hombre ciego que se llamaba Bartimeo. Estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Cuando oyó que pasaba Jesús se puso a gritar: “Jesús, ten compasión de mí”. La gente le mandaba callarse. Porque en aquel tiempo se pensaba que la enfermedad era como un castigo de Dios, y por eso los enfermos eran muy mal mirados. Pero él, confiando en Jesús, gritaba más alto. “Jesús, amigo, ayúdame”. Cuando Jesús oyó sus gritos se detuvo y dijo: “Llamadlo”. Entonces trajeron al ciego Bartimeo a donde estaba él. Jesús le preguntó: “¿Qué puedo hacer por ti?” Él contestó: “Maestro, haz que vea”. Jesús le dijo: “Tu fe te ha curado”. Y de golpe fue como si se encendiera la luz después de muchos años de oscuridad, empezó a ver. Se puso muy feliz. Y seguía a Jesús por el camino.
Jesús, amigo, ayúdame. Son solo tres palabras, pero expresan todo. Yo también pido ayuda a veces, a mis padres con las tareas, a los amigos, a los profesores… Y al mismo Jesús le puedo pedir que me ayude. Pienso si me puede ayudar en algo y se lo digo.
Ahora imagino que Jesús me dice: ¿qué puedo hacer por ti? Y yo le contesto, Maestro enciéndeme la luz para que aprenda a ver las cosas como tú. Que vea la bondad de las personas, que vea la tristeza para aprender a curarla. Que vea el mundo tan bonito como tú lo sueñas y me imagino que Jesús me toca los ojos y él me dice, quiero que veas. Quiero que tengas luz y voz y amor.
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu LUZ nos hace ver la Luz
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu AMOR nos hace ver Amor
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu VOZ nos hace alzar la Voz
Tu luz interpretado por Beatriz Grifol, «Con la música a otra parte».
Hay muchas cosas que ver. Y a veces estamos ciegos, por eso Jesús te pido: Enciéndenos la luz.
Para ver a los que necesitan ayuda: enciéndenos la luz.
Para fijarnos en los más pequeños, en los más pobres, en los más sencillos: enciéndenos la luz.
Para aprender a descubrir el amor y la generosidad: enciéndenos la luz.
Para que nos acordemos de ser agradecidos: enciéndenos la luz.
Para fijarnos en los más pequeños, en los más pobres, en los más sencillos: enciéndenos la luz.
Para aprender a descubrir el amor y la generosidad: enciéndenos la luz.
Para que nos acordemos de ser agradecidos: enciéndenos la luz.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
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