20 octubre 2018

AMBICIÓN

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- La mayoría de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os toca asistir de cuando en cuando a algún entierro. Lo hacéis porque con el difunto, o con su familia, manteníais alguna relación de amistad o simple vecindad. Es de buen ciudadano acompañar al afligido en sus malos momentos. Es de buen cristiano unirse a la pena, compartirla y dirigir una oración a Dios por quien ha sufrido. Ahora bien, cuando el fallecido es un amigo íntimo o un familiar próximo, la cosa es diferente. Su dolor, su pesar, lo sentís, lo sentimos todos, como algo propio y os duele en lo más íntimo de nuestro ser.

2.- El comentario lo he redactado como un acontecimiento visto desde una perspectiva temporal y geográfica, cambia, o debiera cambiar totalmente, si quien ha sufrido y quien comparte el dolor, la Fe de ambos que la profesan es auténtica y los vínculos son estrechos y profundos. A los sentimientos comunes, se le añaden múltiples preguntas que nos impacientan. Nuestro interior se retuerce y acongoja, por grande y sincera que pueda ser la Esperanza.


3.- El relato de Isaías que se proclama como primera lectura este domingo, habla de una tortura y de que de sus consecuencias, se sigue un bien para muchos. El siervo al que alude el profeta no es otro que Jesús, Señor Nuestro, los beneficiados somos nosotros. Cargará con los delitos de todos, para aligerar sus penas. Las nuestras. Os pido que por unos momentos cerréis los ojos, olvidéis las imágenes, pinturas o esculturas, que durante vuestra vida hayáis visto, que tal vez vuestra memoria las tenga archivadas y os sintáis incorporados a la Pasión del Señor. Es NUESTRO Señor el que es torturado, nosotros no somos espectadores conmovidos, somos los beneficiados. Su suplicio y su angustia y zozobra, no es casual, ni procesal, es medicina espiritual que a nosotros nos remedia.

Un inmenso agradecimiento nos debe embargar, si somos honrados y consecuentes con nuestra Fe. El contenido de la segunda lectura de hoy lo debemos asimilar con el estado de ánimo que os he descrito antes. Aumenta, se realiza en tono mayor. Conmueve. Anima a la conversión, sea cual sea la cantidad de nuestros pecados.

4.- Cambio de tercio. - Si sois estudiantes, y aunque no lo seáis también, si estáis enrolados en la dinámica de nuestro mundo actual, quienes dirigen y quienes mandan, quienes pretenden, o así lo dicen, mejorar y mejoraros, os invitan a ser emprendedores. Es una de las consignas del hoy nuestro, capitalista y egoísta. Os empujan y calculáis posibilidades y riesgos para vuestro futuro. Empezáis, o continuáis compitiendo, puesta la vista en superar a los demás. A triunfar, a que sea reconocido vuestro valer, que pensáis es superior al de los demás. No es actitud nueva. Los dos apóstoles predilectos, discutían, ambicionaban, querían ser los más entre los demás. Aunque el texto que proclamamos hoy no relate el estado de ánimo que os decía, otros evangelistas sí que se refieren a ello. Hoy se limita a decirnos que ellos le solicitan que cuando llegue el momento, quieren ser los miembros exclusivos de su staff ¡anda ya! ¿tiene suficiente o ambicionan más? El Maestro no les recrimina, es muy humana su avidez.

5.- Pueden ser egoístas pero al menos son sinceros. Y con sinceridad Él les advierte. Les habla de las condiciones que cuentan en su Reino. Imprudentes ellos, se declaran precipitadamente dispuestos a todo. La ignorancia siempre es atrevida. Abandona el Señor la descripción iniciada y desplaza su futuro a la voluntad y sabiduría del Padre suyo y Padre de ellos.

6.- La reflexión que viene a continuación es muy actual. El poder y el mando inclinan a la corrupción, todo el mundo lo sabe y hasta llega a aceptarlo. En todos los sitios pasa igual. En todos los sitios cuecen habas, dice el proverbio. Pues no, no debe ser así, pese a que no se estile otra cosa. En su Reino, que será de Amor y Comunión, debe imperar el servicio y la humildad.

Se pone Él como ejemplo. Lo debemos contemplarlo nosotros como testimonio a seguir, mis queridos jóvenes lectores.

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