30 septiembre 2018

Todos deben ser profetas

El mensaje de Jesús nos libera también de sentirnos sus únicos representantes en este mundo.
Sin sectarismos

El pasaje de Marcos se halla en un amplio contexto en que se opone el grupo cercano a Jesús a aquellos que, estando más lejos, lo siguen también (cf. 9, 33-37). Los discípulos se sienten los únicos depositarios de la misión de Jesús, quieren impedir que otros actúen en su nombre, pero éstos no les hacen caso(cf. 9, 38). El Señor rechaza este celo indebido frente a quienes no pertenecen al círculo de sus allegados: su gracia y su fuerza están presentes más allá de sus seguidores inmediatos (cf. v. 39). Les da una regla para discernir en adelante en casos semejantes: «El que no está contra nosotros, está a favor nuestro» (v. 40). La amplitud del criterio desafía la tendencia de los discípulos a sentirse propietarios privados del mensaje de Jesús. Y nos sigue desafiando hoy: los celos que el Señor detecta siguen siendo los nuestros ante personas que no pertenecen a la Iglesia o no forman parte de nuestro grupo al interior de ella.

Todo el que da vida (dar de beber, cf. v. 41), recibirá su recompensa. No es que no importe lo que piense, pero conviene subrayar dónde se juega lo esencial de la adhesión a Jesús: en vivir el amor. La ambición de los discípulos de ser los únicos fieles al Señor es materia de escándalo, puede producir el alejamiento de «estos pequeños» que se oponen a los «grandes»del círculo inmediato (v. 42). El texto recusa el egoísmo de quienes se sienten poseedores exclusivos del mensaje. No obstante, nada pone fronteras al amor y a la gracia de Dios. Condena también todo tipo de sectarismo de grupos al interior de la propia comunidad cristiana que se proclaman, ante ellos mismos, los únicos intérpretes de la enseñanza evangélica. Jesús nos libera de nuestras mezquindades.
Entrar en la vida

Los siguientes versículos del texto de Marcos establecen una interesante ecuación entre Vida y Reino de Dios. Entrar en la Vida (cf. v. 43) es sinónimo de entrar en el Reino (cf. v. 47). Es un modo claro y preciso de decirlo.

La primera lectura nos ayuda a subrayar algunas pautas del mensaje de Marcos. Josué, ayudante de Moisés, le pide que prohíba que otros profeticen. Moisés, por el contrario, considera que todo el pueblo del Señor debe ser profeta, es decir, hablar en lugar de Dios. No hay restricciones, la envidia de Josué es la de los discípulos de Jesús. Lo importante es recibir «el espíritu del Señor» (Núm 11, 29), es decir la vida.
Santiago nos presenta a los «anti-profetas», a los que no anuncian la vida, sino que más bien dan la muerte con su egoísmo de ricos, con su maltrato y su opresión al pobre. Es posible que la expresión «día de la matanza» (v. 6) aluda al «día del juicio»El juicio de un Dios que ama especialmente a los pobres, y llama a todos —sin excepción— a ser testigos de la vida.
Gustavo Gutiérrez

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