Jesús prueba a sus discípulos preguntándoles su opinión sobre quién es Él. Y una vez más, Pedro es el que tiene la respuesta correcta: “Tú eres el Mesías”. Pero cuando Jesús les anticipa los sufrimientos y la muerte que le esperan, el mismo Pedro trata de convencerlo de que no permita eso, que no llegue tan lejos.
Jesús lo reprende. A pesar de que Pedro reconoce en Jesús al Salvador, todavía no entiende sus caminos de amor, de sacrificio, de entrega…, prefiere la comodidad que casi siempre buscamos los seres humanos.
Si queremos realmente ser amigos de Jesús, no basta con creer en Él, rezarle e ir a misa; tenemos que creerle a Él (en lo que nos dice), y “cargar nuestra cruz” y seguirle, o sea, pensar y actuar como Él.
Pensar y actuar como Jesús, quiere decir: vivir amando. Esto significa: Pensar primero en los demás antes que en nosotros; si es necesario, sacrificar nuestras comodidades y gustos para ayudar a los que nos necesitan; aceptar y respetar a los demás con todo y sus defectos; cumplir con gusto eso que nos ayuda a ser mejores, aunque no sea muy agradable…
El camino de la salvación es el amor, y el amor a veces implica sacrificios. ¡Jesús es el maestro del amor!
¿Vivo el amor siempre, o sólo cuando no implica sacrificarme?
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