10 agosto 2018

Salmo de un corazón joven ante la vida


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Yo te invoco, Señor, ven deprisa a mí y ayúdame.
Escucha mi voz cuando a ti clamo; te necesito.
Que mi oración suba ante ti y toque tu corazón;
que al alzar mis manos, descubras mi angustia.

Tengo miedo a caer cuando soy tentado;
me siento inseguro y en mí no hay consistencia;
estoy aprendiendo a vivir y los miedos me dominan;
pon un vigía a la puerta de mi corazón joven.

No dejes que mi corazón frágil tienda al mal;
no le dejes huir y perderse entre el barullo loco;
encauza las tendencias poco limpias de mi corazón ciego;
no me dejes que me amarren las redes del mundo
y sus cantos de sirena.

Ante mí, Señor, está el camino del mal con todas sus ofertas;
ante mis ojos, las propuestas más sugerentes;
y, además, el tedio, el asco, la desgana y la indiferencia, todo junto,
me amenazan y me piden que me integre en sus redes.

Abre mi corazón joven, Señor, al mundo de lo bello y verdadero;
dale la luz para que rasgue la tiniebla de mis ojos;
levanta mis alas y que vuele en libertad y alegría;
pon en mi corazón el sentido de la fiesta que no se acaba.

Que mi corazón joven diga no al consumismo desenfrenado;
que mi espíritu de búsqueda diga no al placer del egoísmo;
que mi alma libre diga no a los parches y muletas;
que mi ser, que vive, diga no a lo que poco a poco es muerte.

Quiero ser libre y construir mi libertad en tu Evangelio.
Quiero ser libre y tener mi autenticidad aunque me cueste.
Quiero ser libre y romper con todo lo que ata mi utopía.
Quiero ser libre y vivir la experiencia de tu Resurrección.

Me siento flojo: no tengo razones fuertes para vivir.
Me siento flojo: vivo a lo que sale, a lo que llega.
Me siento flojo: en mi vida joven no hay convicciones.
Me siento flojo: vivo como si en verdad no existiera.

Fortalece, Señor Jesús, mi vida con tu Espíritu de amor.
Ilumina, Señor Jesús, mi vida con tu Espíritu de Verdad.
Anímame, Señor Jesús, con tu Espíritu de fortaleza.
Libérame, Señor Jesús, con tu Espíritu de libertad.

Aquí estoy, Señor, y quiero enfrentar la vida con firmeza.
Aquí estoy, Señor, con ganas de superar mi pobre voluntad.
Aquí estoy, Señor, contigo no tengo miedo al Maligno.
Aquí estoy, Señor, ayúdame en este duro caminar.

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