21 diciembre 2017

Misa de Gallo

De Javier Leoz
Es el tren quien viene a recogernos y, no nosotros, quienes vamos a por él. Así ocurre en esta noche: ¡ES DIOS QUIEN TOMA LA INICIATIVA, SE DETIENE EN LA ESTACIÓN DE NUESTRA HUMANIDAD PARA INYECTARNOS DIVINIDAD!

1.En estas horas de la noche, no nace un gran filósofo, historiador, líder o científico; en estos instantes de gran emoción para los creyentes, no se acerca al mundo un poderoso hidalgo ni rey de tierras o feudos.
-Quien nace y se revela es el AMOR que se hace hombre
-El amor con la pancarta de la humildad
-La ternura con el reflejo y la impronta magnífica de Dios.
¿Qué tenemos de bueno para que, el Señor, se aproxime de estas maneras hasta nosotros? ¿Qué pretende Dios con este descenso tan vertiginoso, humano y divino a la vez?¿Por qué quiere encontrarse con un mundo que, constantemente, presume des-encontrarse con todo lo que huela a cielo?

El Nacimiento de Cristo nos trae en esta noche muchas vivencias y otras tantas sensaciones personales y comunitarias: si Dios se hace hombre, es porque el día a día del ser humano, está abocado y llamado a Dios.
Si Dios, viene hasta nosotros (Niño, pequeño, infante, débil) es para que comprendamos que, en la pequeñez, está la autopista y la puerta para llegar y encontrarse con El.
¡Que gran regalo y qué gran sacramento! ¡Dios en un pesebre! Y, en ese pesebre, en esta noche santa, se iluminan las cavernas más oscuras de la humanidad. En ese establo, el hombre aprende la lección más magistral bajada desde el cielo: el AMOR de un Dios.
Hoy, con el Nacimiento del Señor, Dios no nos da ninguna fórmula mágica para ser felices. En cada uno de nosotros, en los que estamos aquí y ahora, esta la decisión de aceptarle o rechazarle; de adorarle o de buscarnos a nosotros mismos. De llevarle la ofrenda de nuestra existencia o de negarle hasta el más insignificante detalle.
Si, amigos. La Navidad es el gran regalo de Dios a la humanidad. Una humanidad, que en números, acontecimientos,  y en formas, está condicionada por la violencia, el desasosiego, la intranquilidad, la pobreza, la injusticia (pongamos todo lo que queramos). ¡Cómo no agradecer a Dios que, a través de Jesús, contemple en primera línea nuestros sufrimientos y éxitos, nuestras fatigas y nuestras penas, nuestras caídas o nuestras alzadas! Otro gallo cantaría en nuestra sociedad si escuchásemos el rumor de Dios y no los altavoces de los que intentan un mundo a su manera.
2. Hoy, damos gracias a Dios. Los ojos de Jesús, serán los ojos de Dios en la tierra. Los brazos de un Niño, serán los brazos del amor de Dios en el mundo. Los pies de un Infante, serán pies de Dios que nos acompañen en nuestro caminar. El corazón de Cristo, será el latir del mismo Dios en medio de un mundo, que en cuestiones de fe y de amor a Dios, se encuentra con un constipado demasiado severo y prolongado.
¡Bendita sea esta noche! ¡Noche santa y dichosa!
Que Jesús, en estas primeras horas de su presencia en medio de nosotros, nos lleve al descubrimiento de la belleza de Dios.
Que Jesús, en los brazos de María y bajo la mirada serena de José, nos haga renacer en nuestra fe. ¡Cómo no conmovernos ante este Misterio! ¿Cómo no intentar de nuevo ser portadores de verdad, de bondad, de solidaridad y de perdón, cuando vemos todo ello desbordado y desbordando sobre cuatro tablas cruzadas en un pesebre?

¡Feliz noche, Señor! ¡Bienvenido a esta tierra! Te adoramos y te bendecimos. Te amamos y creemos profundamente en Ti. Tú eres el Hijo de Dios. Que seas la salvación que el mundo espera y necesita.

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