03 diciembre 2017

Domingo I de Adviento

Resultado de imagen de I Domingo adviento 2017
Palabra
Paradoja de la esperanza cristiana: La rutina ordinaria te dice que nada nuevo ha de pasar; incluso temes que venga algo peor; pero, al escuchar los textos de este domingo, tu corazón despierta a posibilidades inauditas.
Esa fue la experiencia de Israel después del destierro, sin gloria ni grandeza. Sin embargo, el espíritu de esperanza lo renueva todo (primera lectura). El mensaje de Jesús, igualmente, se proclama en una situación de desaliento, a los que tenemos la tentación de acomodarnos, de preferir lo conocido y seguro: Vigilad.
El tono de Pablo a los corintos sorprende por su viveza. Celebra el gozo de un mundo recién descubierto y maravilloso. ¿Cómo podía expresarse así, si la comunidad de Corinto no era más que un puñado de hombres en medio del mundo pagano, y la carta, a continuación, describe crudamente los problemas de la comunidad?

Vida

La respuesta la tienes tú en tu corazón, si no pretendes tener la última palabra sobre la Iglesia ni el mundo ni la realidad que te rodea.

En efecto, la esperanza es activa, y está hecha de los intentos diarios por dar a las tareas y a las relaciones ese más de verdad y amor que exige nuestra vocación cristiana. Pero lo que constatamos es la terquedad con que las limitaciones propias y ajenas y nuestro egoísmo se resisten al cambio. Por eso vivimos de una esperanza más alta, y vigilamos en medio de la noche la hora en que «los cielos se abran y se derritan los montes» bajo la acción del Señor.
Es el primer paso de conversión en este Adviento que comenzamos. No te dejes llevar por el peso de la evidencia que se impone a primera vista: que nada va a cambiar. Pero tampoco pretendas que Dios responda a tu idea exacta del cambio, porque te desconcertará.
¡Ojalá te baste pedir y esperar confiadamente!
Javier Garrido

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario