03 diciembre 2017

Despertad


Resultado de imagen de I Domingo adviento 2017

Vigilad.
En contra de lo que, con frecuencia, puede parecer, corremos el riesgo de pasarnos la vida entera embotados y adormecidos por mil intereses accidentales, extraños a nuestro mismo ser, incapaces de despertarnos al sentido más profundo de nuestra vida.
Son muchos los hombres y mujeres que caminan por la vida sin meta ni objetivo, con el riesgo de no descubrir nunca una fuerza que los despierte de su indiferencia, su pasividad y superficialidad cotidiana.
Es asombroso contemplar cómo el hombre puede enriquecer sus conocimientos y acrecentar su poder técnico hasta límites insospechados, sin obtener por ello un dominio mayor de su espíritu y una lucidez más penetrante sobre el misterio ultimo de la vida.

Es triste tener que confesar que, a nivel general, nuestro conocimiento sobre vida interior, dominio de nuestros instintos, y esfuerzo serio por cultivar los valores del espíritu, son bien precarios.
Muchos suscribirían la oscura descripción que G. Hourdin hace del hombre contemporáneo: «Las personas nos estamos haciendo incapaces de querer, de ser libres, de juzgar por una misma, de cambiar su modo de vida. Se ha convertido en el robot disciplinado que trabaja para ganar el dinero, que después disfrutará en unas vacaciones colectivas. Lee las revistas de moda, escucha las emisiones de T. V. que todo el mundo escucha. Aprende así lo que es, lo que quiere, cómo debe pensar y vivir».
Necesitamos volver a despertar nuestra vida interior. Siguen teniendo actualidad las palabras de H.Hesse: «Cualquiera que sea el rumbo del mundo, no encontrarás médico ni ayuda, no hallarás futuro ni impulso nuevo más que en ti mismo, en tu pobre alma maltratada e indestructible».
Los creyentes podemos añadir algo más. Nuestra alma no encontrará descanso, sosiego y alegría verdadera, mientras no acertemos a abrirnos con humildad y coraje al misterio de Dios.
Quien trate de escuchar con fidelidad el mensaje de Jesús, es fácil que lo perciba en el fondo de su alma, como una llamada a despertar y vivir con lucidez, y como una fuerza capaz de humanizar, personalizar y dar sentido y gozo insospechado a nuestras vidas.
Y es fácil también que, al dejarnos interpelar sinceramente por su palabra, vivamos uno de esos raros momentos en que nos sentimos despiertos en lo más hondo de nuestro ser.
José Antonio Pagola

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario