Recibid nuestra más fraterna bienvenida a este Domingo 32 del Tiempo Ordinario. En la primera lectura se nos ofrece uno de los textos más bellos del Antiguo Testamento donde se describe a la sabiduría, que es un don divino. El Evangelio de Mateo nos relata la parábola de las muchachas sensatas y necias: es un relato finalista: de salvación… o de que quedarse fuera de ella. La sabiduría nos marca el camino de salvación. Y es que en el evangelio de San Mateo se vislumbra el final, la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y, en realidad, eso ocurre. Estamos casi al final del Año Litúrgico, dentro del Ciclo A. En dos domingos más llegaremos al principio del Adviento. Y, en efecto, el 1 de diciembre celebraremos el I Domingo de Adviento con el que abriremos un nuevo Año Litúrgico y , también, un nuevo Ciclo: el B. Quedamos, pues, a las espera de los tiempos nuevos que están a punto de llegar.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Vamos a escuchar uno de los textos más bellos del Antiguo Testamento: un fragmento del capítulo sexto del Libro de la Sabiduría. Y hay una invitación a la prudencia que hemos de tener muy en cuenta. Por eso, en este mundo donde imperan las prisas, hoy nos invita a detenernos, a descansar, a calmarnos y sobre todo a estar vigilantes. El Evangelio va a hacer lo mismo: ya que Jesús es la encarnación de la sabiduría divina.
S.- Salmo de oración personal. Uno de los muchos que se utilizaban en la oración individual. Aunque este 62 tiene un especial registro de búsqueda esforzada de Dios, como almas muy necesitadas de la cercanía del Señor. Todos –hoy y siempre— necesitamos de Dios y podemos invocar al Señor como lo hizo el Rey David cuando estaba –sólo y triste— en el desierto.
2.- En la segunda lectura, sacada de la Carta a los Tesalonicenses, San Pablo va refiriéndose al final de los tiempos. En estos últimos domingos del año litúrgico, el Apóstol nos muestra ese camino de salvación en el que, también, la esperanza y la prudencia son factores importantes.
3.- El evangelio de hoy nos invita a revisar dos características esenciales en la vida de un creyente: la prudencia y la esperanza. Teniendo en cuenta que la manera de actuar de Dios no es nuestra manera y su tiempo no es nuestro tiempo. San Mateo nos presenta ya a un Jesús de Nazaret en la cercanía de la Pasión. Y quiere instruir a sus discípulos en esa línea de prudencia y esperanza. La imagen de las vírgenes necias es muy inquietante, pero hemos de tenerlo en cuenta. La salvación tiene su precio y mucho esfuerzo, aunque la inestimable ayuda de Jesús nos facilite ese camino de manera fundamental.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Escuchemos con mucha atención la plegaria compuesta por Javier Leoz para el final de nuestra Eucaristía de hoy. Nos va a ayudar muy especialmente.
PORQUE TENGO SUEÑO, SEÑOR
No dejes que me abata el desencanto ni la desilusión
no permitas que, las prisas del quererlo todo,
me aleje de gustar y esperar el Paraíso definitivo
No dejes que, la noche que se cierne sobre el mundo,
apague las llamas de tantos hijos tuyos
que soñaron, y nunca se cansaron, de verte frente a frente;
de tus hijos vivos y de tus hijos muertos
de los que por Ti sufrieron y lloraron
y de los que, con la lámpara de la fe,
la fueron transmitiendo de mano en mano.
PORQUE TENGO SUEÑO, SEÑOR
Que no me duerma en el letargo de la indiferencia
que no me pierda en la oscuridad de la impaciencia
que no me acueste en la comodidad del
“ya no merece la pena”
Y si vienes, Señor, y me encuentras o me sorprendes
con mi lámpara a punto de extinguirse…
perdóname, Señor; sabes que hice lo que pude
por amarte, servirte, quererte… y esperarte.
Amén.
Exhortación de despedida
Estemos atentos a nuestra salvación. No pueden quedar nuestras lámparas sin aceite. Es bueno –muy bueno— ayudar al prójimo en todo momento y ocasión. Pero, incluso, sobre ello, hemos de entender que hemos de salvarnos por nosotros mismos, con la ayuda de Dios. En eso no podemos compartir nuestro aceite…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario