R I T O S I N I C I A L E S
CANTO DE ENTRADA.
Hija de Sión, alégrate. Porque el Señor está en ti, Salvador y Rey.
Álzate y resplandece porque viene tu luz. Sobre ti se alza la Gloria del Señor. Mientras las tinieblas se extienden por la tierra. Y yacen los pueblos en densa oscuridad.
SALUDO Y MONICIÓN.
ACTO PENITENCIAL.
GLORIA.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA
(Misa del día)
PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab.
Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza.
Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz.
Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz.
Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios.
Y oí una gran voz en el cielo que decía: «Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo».
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 44.
Antífona: De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna;
Prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor.
Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20-27a.
Hermanos:
Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies.
PALABRA DE DIOS
ALELUYA.
Antífona: María ha sido asunta al cielo, se alegra el ejército de los ángeles.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 39-56.
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” —como lo había prometido a “nuestros padres”— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.
PALABRA DEL SEÑOR
HOMILÍA.
CREDO.
ORACIÓN DE LOS FIELES.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO.
Canto:
Te ofrecemos, Señor, este pan y este vino, que en tu cuerpo y tu sangre quedarán convertidos.
Juntamente, Señor, te ofrecemos la vida que tú nos has dado, la esperanza, la fe y el amor que nos hace sentirnos hermanos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.
PREFACIO Y SANTO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO.
RITO DE LA PAZ.
CORDERO DE DIOS.
COMUNIÓN.
Canto:
Madre de los creyentes que siempre fuiste fiel. Danos tu confianza, danos tu fe. Danos tu confianza, danos tu fe.
Pasaste por el mundo en medio de tinieblas sufriendo a cada paso la noche de la fe. Sintiendo cada día la espada del silencio a oscuras padeciste el riesgo de creer.
La fe por el desierto a lomos de un asnillo, la fe cuando en las bodas Jesús se hizo esperar, la fe cuando pensaban que el hijo estaba loco, la fe cuando el calvario al borde de acabar.
Guardaste bajo llave las dudas y batallas, formándose el misterio al pie del corazón. Debajo de tu pecho de amor inagotable, la historia se escribía de nuestra redención.
Canto:
Unidos a todos los pueblos, cantemos al Dios que nos salva.
Yo canto al Señor porque es grande, me alegro en el Dios que me salva. Feliz me dirán las naciones, en mí descansó su mirada.
Él hizo en mí obras grandes, su amor es más fuerte que el tiempo, triunfó sobre el mal de este mundo, derriba a los hombres soberbios.
No quiere el poder de unos pocos, del polvo a los pobres levanta, dio pan a los hombres hambrientos, dejando a los ricos sin nada.
Libera a todos los hombres, cumpliendo la eterna promesa que hizo en favor de su pueblo, los pueblos de toda la tierra.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Gracias, Señor, por esta comunión.
Gracias, por darnos a María como Madre. Ella es consuelo y esperanza para nuestra vida y modelo ante las dificultades.
Ayúdanos a gastar nuestra vida por tu causa, a vivir cada día con sencillez y disponibilidad, a decir como María, hágase en mí tu voluntad.
Gracias, Señor, porque María desde el cielo, vela por cada uno de sus hijos, vuelve a nosotros sus ojos misericordiosos y acompaña nuestro caminar hacia el encuentro definitivo contigo.
ORACIÓN.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN Y DESPEDIDA.
Canto.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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Salve, Regina, Mater misericordiae; vita, dulcédo et spes nóstra, sálve. Ad te clamámus, éxules, fílii Evae. Ad te suspirámus, geméntes, et fléntes in hac lacrimárum válle. Eia ergo, Advocáta nóstra, íllos tuos misericórdes óculos ad nos convérte. Et Jesum, benedíctum frúctum ventris túi, nóbis post hoc exílium osténde. O clémens, O pía, O dúlcis Vírgo María.
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