Hace poco el evangelio dominical hacía referencia al célebre episodio narrado por san Lucas (10,38-42), de la visita Jesús a casa de Marta y María. Benedicto XVI glosando este mismo pasaje, comentaba: “Aunque las personas tienen que trabajar y ocuparse de las labores domésticas y profesionales, necesitan sobre todo a Dios, que es luz interior de amor y verdad”.
“…La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa, ni mucho menos por la generosa hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que la única cosa verdaderamente necesaria es otra: escuchar la Palabra del Señor ¡y el Señor en aquel momento está allí presente en la Persona de Jesús! Todo lo demás pasará y nos será quitado, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a nuestro quehacer cotidiano…. Sin amor, aun las actividades más importantes pierden valor y no dan alegría. Sin un significado profundo, todo nuestro afán se reduce a mero activismo estéril y desordenado. Y ¿quién nos da el Amor y la Verdad, sino Jesucristo? Aprendamos pues, a ayudarnos los unos a los otros, a colaborar, pero ante todo a elegir juntos la parte mejor, que será siempre nuestro bien más grande”.
Las vacaciones veraniegas son un buen momento para dedicarse a “lo más importante en la vida”: cultivar y avivar nuestra amistad con Cristo, escuchando la Palabra del Señor, que lleva a la contemplación de su Misterio y al servicio del prójimo.
Reflexión personal, oración, servicio al prójimo, cultivo de las relaciones personales y familiares, lectura, ocio, deporte, cultura… En definitiva: dedicar nuestro tiempo libre a actividades que descuidamos el resto del año o no les prestamos la atención suficiente, pero siempre con la mirada puesta en el servicio a los demás y en Cristo, nuestro único referente ayer, hoy y siempre.
Y entre las lecturas, una propuesta concreta para este verano: La reciente carta ENCÍCLICA LUMEN FIDEI, primera del Papa Francisco:
– Aquí se puede acceder al texto completo.
– O bien a una Síntesis.
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San Miguel de Miramar
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