23 julio 2017

Actualizar las parábolas

Para dar un nuevo impulso y mejorar la catequesis previa a la recepción de la Primera Eucaristía, Acción Católica General, en colaboración con la Subcomisión Episcopal de Catequesis, ha elaborado un material que, utilizando el Catecismo “Jesús es el Señor” como único texto de uso, ofrece a los catequistas y acompañantes de grupos una serie de recursos, orientaciones y pautas para desarrollar cada sesión con los niños. Entre otros recursos, se utilizan cuentos populares (Los Tres Cerditos, Pinocho, Pedro y el Lobo, El Patito Feo…), o juegos como el Parchís, la Oca, Tabú, Pasapalabra, Party, etc., pero dándoles el contenido de fe correspondiente. Esto facilita la comprensión por parte de los niños, ya que se utilizan medios que a ellos les resultan conocidos porque forman parte de su mundo.

En el Evangelio hemos escuchado que Jesús, para que la gente pueda comprender qué es el Reino de los cielos, les propone una serie de parábolas. Una parábola es una comparación, o una narración fingida, de la que por semejanza se deduce una verdad o una enseñanza. Y para facilitar la comprensión, Jesús utiliza parábolas que tienen que ver con el mundo y con la realidad cotidiana de sus oyentes: un hombre que sembró buena semilla en su campo, pero un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo; un grano de mostaza, que aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; la levadura que una mujer amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente… Jesús se sirvió de las parábolas para encarnar el mensaje de Dios en la vida concreta de las personas.
La semana pasada, hablando de la necesidad de ser sembradores de la Palabra de Dios, finalizábamos la reflexión recordando que el protagonista principal de la evangelización es el Espíritu Santo, y que nuestra responsabilidad radica en difundir el Evangelio con alegría, creatividad y de forma comprensible.
Teniendo presentes estas palabras y el ejemplo de Jesús, tendríamos que preguntarnos cuáles serían las “parábolas de hoy” para difundir el Evangelio del mejor modo posible; o mejor dicho, cómo tendríamos que actualizar las parábolas de Jesús para que fuesen comprensibles para el hombre de hoy, adultos, jóvenes y niños, que mayoritariamente viven en una cultura urbana y tecnológica, alejada del mundo rural, agrícola y ganadero del que Jesús extrae muchas de sus parábolas.
Como dijo el Papa Pablo VI en Evangelii nuntiandi: Las maneras de evangelizar cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar (EN 40). La evangelización pierde mucho de su fuerza y de su eficacia, si no toma en consideración al pueblo concreto al que se dirige, si no utiliza su sus signos y símbolos, si no llega a su vida concreta (EN 63).
No es fácil realizar esa actualización, a menudo nos vemos superados, nos faltan recursos para saber hacerlo, pero de nuevo tenemos que recordar que el protagonista principal de la Evangelización es el Espíritu Santo, y como hemos escuchado en la 2ª lectura: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Quizá la necesidad de responder a la “sequía espiritual” mediante una actualización de las parábolas de Jesús sea una llamada a invocar con mayor fervor al Espíritu Santo para que nos otorgue sus dones y sepamos responder hoy a los retos que nos plantea la nueva evangelización.
Pero en esa invocación al Espíritu no debemos pedir solamente saber encontrar los medios y recursos más adecuados. Jesús ha dicho en el Evangelio: la buena semilla son los ciudadanos del Reino. Como indicó el Papa Pablo VI: Para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana. El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan decíamos recientemente a un grupo de seglares o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio (EN 41). Para actualizar las parábolas, debemos pedir al Espíritu saber dar un buen testimonio de vida.
¿Entiendo las parábolas de Jesús? ¿Sabría actualizarlas a la realidad de hoy, si alguien me preguntase su sentido? ¿Doy buen testimonio de vida cristiana en lo cotidiano?
Nosotros personalmente debemos ser la “primera actualización de la parábolas” de Jesús. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude y guíe, porque hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación. Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del Evangelio que proclamamos (EN 76).

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