17 mayo 2017

VI Domingo de Pascua: Moniciones de entrada

(A)
Hace ya seis semanas que venimos celebrando la Pascua, la victoria del Crucificado sobre la muerte. Este triunfo se actualiza para nosotros aquí y ahora, en la celebración de la Eucaristía, de modo que lo que aquí hacemos no es sólo un rito, sino el encuentro de amor con la Vida de nuestra Vida. Dispongámonos a participar activamente, a escuchar con atención la Palabra de Dios y a buscar la manera de hacer nuestra vida cada vez más conforme a la voluntad de Dios nuestro Padre.
(B)
Frente a una sociedad “individualista e insolidaria”, la Iglesia debe ser “solidaria y fraternal”.
Frente a la “insensibilidad” de mucha gente ante los problemas del mundo, los cristianos debemos ser “sensibles” a dichos problemas.
Muchas veces, en nuestra sociedad, se margina y se abandona al enfermo, porque el enfermo no produce, no sirve, es una carga, un estorbo.
Para nosotros, los creyentes, el enfermo es una persona que sufre, que necesita nuestro cariño, nuestra compañía y nuestras atenciones.
No olvidemos nunca el cariño con que Jesús trató siempre a los enfermos.

(C)
Cuando un padre ejemplar de una familia fallece, es de gran consuelo para su esposa y amigos si sus ideales y estilo de vida permanecen vivos en sus hijos. “Él sigue inspirándoles”, se dice. Jesús no está muerto, pues, aunque murió, resucitó a una nueva vida, aunque ya no esté físicamente entre nosotros. Pero su Espíritu mismo está todavía con nosotros, como un aliento, como el viento, o incluso como una tormenta. Donde él sopla, le sentimos sin verle. Él toca nuestros corazones y nos empuja hacia este mundo frío, para renovarnos a nosotros, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo por medio de nuestras manos y corazones. Oremos para que este Espíritu viva siempre en nosotros.
(D)
El clima de la resurrección sigue respirándose en estos domingos de Pascua.
La Palabra de Dios que proclamamos hoy, nos ofrece tres puntos de alegría y de reflexión:
1°) que la Buena Noticia del Evangelio, respaldada por la resurrección del Señor, se va extendiendo por todas las regiones, incluso por las más reacias a recibir los mensajes como es la región de Samaría,
2°) que no solamente hemos de vivir la fe entre nosotros mismos, sino que hemos de dar “razón de nuestra esperanza” a los demás,
3°) que si decimos que amamos a Dios, es necesario practicar sus mandamientos

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