05 mayo 2017

IV Domingo de Pascua: Moniciones

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos bienvenidos a la Eucaristía de este Domingo Cuarto de Pascua. Las lecturas de la liturgia de hoy nos llevan al conocimiento de una realidad muy querida por nuestro Salvador: ser el Buen Pastor, el Pastor auténtico, que conoce a todas sus ovejas y ellas a Él. Un único Pastor: Jesús de Nazaret; un único rebaño: todos juntos en torno a Él. Es, sin duda, un gran sueño que algún día podremos ver como hecho real y cotidiano. La Iglesia celebra, además, hoy y en todo el mundo, la Jornada Mundial y Pontificia por las Vocaciones, bajo el lema: “Sal a darlo todo”, lo que sin duda marca una muy bella tarea. Y así con toda nuestra alegría por la Pascua que estamos viviendo iniciemos nuestra celebración.




MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- En la primera lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, Pedro narra la vida de Cristo y ofrece la salvación a todos siguiendo el ejemplo del Señor. Es el camino del Resucitado lo que nos salvará. Allí --y entonces-- aceptaron la palabra de Dios y se convirtieron tres mil. ¿Aceptamos nosotros, aquí y ahora, el mensaje de Cristo?

S.- El Salmo 22 es uno de los más bellos del Salterio. El Señor es mi pastor, nada me falta, dice. ¿No nos ofrece este salmo la felicidad completa? Debemos escucharlo y cantarlo como una bellísima plegaria que dirigimos a Nuestro Señor. Y muy adecuada en este Domingo que llamamos del Buen Pastor.

2.- Hay referencias, en la segunda lectura, sacada de la primera carta del Apóstol San Pedro, a la profecía de Isaías que con la figura del Siervo de Yahvé presenta a Jesús como el cordero dispuesto a la muerte. Pero, además, Jesús es cordero y pastor. Es compañero y puerta. Nos guía y nos acompaña.

3.- El Evangelio de San Juan nos revela que el Señor Jesús es la puerta que nos da acceso a la vida perfecta, al seguimiento de él y a la escucha de su palabra. Hay duras palabras para los falsos pastores a quien el mismo Jesús acusa de ladrones. Debemos de tenerlo en cuenta.

MONICIÓN

Esta semana, la del Buen Pastor, la oración del Padre Leoz para el final de la Eucaristía es un poco más larga, pero merece la pena. Escuchemos con mucha atención.



QUIERO SER AROMA DE BUEN PASTOR

Llevando alegría a la casa  de la tristeza que es el mundo

derrochando sonrisas aunque,  por dentro, esté llorando

Cantando desde la fe aunque  el auditorio esté vacío

Pregonando tus excelencias  aunque los oídos estén taponados

Sólo así, Señor, podré decir  que soy “buen pastor”



Acercándome aunque, mi  presencia, no sea cómoda

Predicando aunque, mi  mensaje, sea reprendido

Amando aunque, mi afecto,  sea ridiculizado

Callando aunque, mis  silencios, sean tachados de cobardía

Hablando aunque, mis  palabras, seas tomadas como intromisión

Sólo así, Señor, podré decir  que soy “buen pastor”



Que mi palabra sea eco de la  tuya, mi vida color de la tuya,

mi vivir resonancia de la  tuya, mis pasos huella de los tuyos,

mi entrega memorial de la  tuya y mi servicio para Ti y por Ti Señor

Sólo así, Señor, podré decir  que soy Buen Pastor

Exhortación de despedida

Salgamos alegres y confiados del templo. Como nos ha dicho el Salmo, “El Señor es mi pastor y nada me puede faltar. Caminemos junto a Él y mostremos su rostro a los hermanos que no lo conocen.

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