Señor Jesús:
Con la Resurrección has hecho realidad tus promesas:
“no os dejaré huérfanos: volveré a estar con vosotros”,
“estoy con vosotros todos los días hasta el fin del inundo”.
Con la Resurrección has hecho realidad tus promesas:
“no os dejaré huérfanos: volveré a estar con vosotros”,
“estoy con vosotros todos los días hasta el fin del inundo”.
Tu Resurrección te ha hecho “cuerpo espiritual”;
“te ha transfigurado en cuerpo de gloria”, te ha ensanchado en presencia ilimitada.
“te ha transfigurado en cuerpo de gloria”, te ha ensanchado en presencia ilimitada.
Te ha constituido en “Espíritu vivificante”, es decir, comunión plena, sin límite
ni dificultad,
“carne olvidada de sí misma”;
amor universal y gratuito para todos amor divino siempre en acción, tratado de vencer nuestra inercia
y nuestro egoísmo, enderezando este “palo torcido” de nuestra libertad limitada, haciéndonos “hombres nuevos”, como Tú, convirtiéndonos de egoístas en solidarios, ayunándonos a rechazar
el acaparamiento posesivo e individual, instándonos a vivir para los demás.
ni dificultad,
“carne olvidada de sí misma”;
amor universal y gratuito para todos amor divino siempre en acción, tratado de vencer nuestra inercia
y nuestro egoísmo, enderezando este “palo torcido” de nuestra libertad limitada, haciéndonos “hombres nuevos”, como Tú, convirtiéndonos de egoístas en solidarios, ayunándonos a rechazar
el acaparamiento posesivo e individual, instándonos a vivir para los demás.
Hoy te contemplamos “acercándote
en persona y poniéndote a caminar
con nosotros”.
Tú escuchas nuestros interrogantes, esperanzas, aspiraciones, dramas.
Tú sabes de nuestro caos y vaciamiento interiores, de nuestro deseo de vivir
sin padecer, de la falta de pasión o interés por la vida, de sobras de compulsiones hacia nuestra felicidad y hedonismo barato, de la incapacidad de vibrar
con los peor tratados por la vida …
del quebrantamiento apostólico:
“he consumido mis fuerzas para nada” (Is s 49,4).
en persona y poniéndote a caminar
con nosotros”.
Tú escuchas nuestros interrogantes, esperanzas, aspiraciones, dramas.
Tú sabes de nuestro caos y vaciamiento interiores, de nuestro deseo de vivir
sin padecer, de la falta de pasión o interés por la vida, de sobras de compulsiones hacia nuestra felicidad y hedonismo barato, de la incapacidad de vibrar
con los peor tratados por la vida …
del quebrantamiento apostólico:
“he consumido mis fuerzas para nada” (Is s 49,4).
A Ti, Cristo Resucitado, no podemos decirte que “eres el forastero que no sabe lo que ha pasado… estos días”. Son “nuestros ojos los incapaces de reconocerte”: hemos ido creando estructuras
de explotación y dominio,
nos hemos revestido de normas protectoras del más fuerte, la abundancia informativa nos insensibiliza tu presencia,
no tenemos tiempos ni espacios
para la comunicación cordial: nuestros silencios son suprimidos
por la tele, móviles, etc.; sabemos más del mundo “rosa” que de quien nos rodea; nos ha invadido un cierto miedo
por los que son diferentes o extraños.
de explotación y dominio,
nos hemos revestido de normas protectoras del más fuerte, la abundancia informativa nos insensibiliza tu presencia,
no tenemos tiempos ni espacios
para la comunicación cordial: nuestros silencios son suprimidos
por la tele, móviles, etc.; sabemos más del mundo “rosa” que de quien nos rodea; nos ha invadido un cierto miedo
por los que son diferentes o extraños.
Te necesitamos a Ti, Cristo Resucitado: para que tu Espíritu nos dé amor a todos, no sólo a los amigos;
para que no nos aislemos del dolor del mundo;
para que veamos la vida con los ojos de los más débiles;
para que tengamos apertura, perspectiva universal, humana;
para que comprendamos la diferencia, las opciones diversas;
para que seamos capaces de presentar tu amor real e infinito a todos.
para que no nos aislemos del dolor del mundo;
para que veamos la vida con los ojos de los más débiles;
para que tengamos apertura, perspectiva universal, humana;
para que comprendamos la diferencia, las opciones diversas;
para que seamos capaces de presentar tu amor real e infinito a todos.
Acércate, Cristo Resucitado,
a nuestro camino:
abre nuestros oídos y nuestro corazón para escuchar y entender; ayúdanos a encontrar tiempos y espacios para los demás; convéncenos de la igual humanidad, de la fraternidad radical con todos; siéntanos a la mesa de tu palabra,
de tu bienaventuranza, de tu dicha; aliméntanos de tu pan, de tu cuerpo compartido, entregado;
quédate con nosotros: intimándonos tu sabiduría de vida, compartiendo tu pasión por la vida
y los hermanos,
activando nuestros caminos
con tu amor infinito.
a nuestro camino:
abre nuestros oídos y nuestro corazón para escuchar y entender; ayúdanos a encontrar tiempos y espacios para los demás; convéncenos de la igual humanidad, de la fraternidad radical con todos; siéntanos a la mesa de tu palabra,
de tu bienaventuranza, de tu dicha; aliméntanos de tu pan, de tu cuerpo compartido, entregado;
quédate con nosotros: intimándonos tu sabiduría de vida, compartiendo tu pasión por la vida
y los hermanos,
activando nuestros caminos
con tu amor infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario