31 marzo 2017

Yo Soy la Resurrección y la Vida

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Señor Jesús,
hoy nos dices:
“Yo soy la resurrección y la vida:
el que cree en mí, aunque hay muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí
no morirá para siempre”
O sea, Tú nos aseguras que no moriremos para siempre, que nuestro final no está
en el cementerio sino en la casa del Padre. Gracias, Señor Jesús,
en la casa del Padre viviremos
y nos encontraremos con tantas personas que hemos conocido y amado.
Tú estás a favor de la vida, porque Tú eres vida y por tanto en contra de lo que produce muerte.

En nuestro mundo hay mucha vida:
hay gentes que se unen para hacer una fiesta, para defender unos derechos, para solventar unos problemas,
para promover el desarrollo,
para rezar juntos, para acompañar a un difunto, para investigar y buscar el remedio
de una enfermedad…
En nuestro mundo hay alegría,
hay amistad, compañerismo, fe en Dios…
En nuestro mundo hay personas
que se desviven por los demás generando vida. Hay personas que intentan vivir tu vida, personas que aman
y procuran no caer en la tentación, no pecar. Gracias, Señor Jesús, por tantas personas que generan vida.
Ayúdame, para que sea portador de vida.

Pero en nuestro mundo hay también muerte: Todos los días los medios de comunicación nos ofrecen imágenes horribles: violencia, guerras, hambre, pecado…
Eso, Señor Jesús, Tú no lo quieres porque Tú eres vida
y nos pides que seamos generadores de vida. Nos pides que nosotros tampoco lo queramos.

Hoy vemos que te acercas a una familia que ha perdido un ser querido:
Lázaro ha muerto.
La familia está rota y Tú te rompes con ellos a llorar, tus lágrimas de dolor impresionan
a los presentes.
Tú te conmueves:
“Jesús muy conmovido preguntó”
“Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: ¡Cómo lo quería!”

Tú haces como nosotros ante la muerte de un ser querido.
Así es Dios, como Tú haces.

Dios se conmueve del dolor de los humanos. Nosotros, hechos a imagen de Dios,
no podemos vivir de espaldas
a los sufrimientos de las personas.
Así nos lo dices Tú.
Una vez más Tú pides fe:
“¿Crees esto?
Y la fe existía:
“Sí, Señor, yo creo que Tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”

Tú nos pides fe y nos haces la misma pregunta: ¿Crees esto?
Señor, danos fe en tu Persona y en tu Proyecto.

Hoy te vemos Señor, dueño de la vida:
“Quitad la losa” “¡Lázaro sal fuera!” “Desatadlo”.
Tú, Señor Jesús, dominas la situación, dominas la muerte.
Eres capaz de convertir la muerte en vida, la tristeza en alegría,
los llantos en sonrisas.

Este milagro colmó el vaso de tus enemigos y este fue uno de los últimos peldaños para llevarte al patíbulo.
¡Qué incomprensible es este mundo, la historia humana!
Al que da vida se lo cargan,
lo eliminan, no lo quieren. ¿Cómo es posible comprenderlo?

Perdón, Señor, por las veces que, de una forma u otra, he sido portador de muerte.
Perdón de todo lo que en nuestro mundo es causa de muerte.
Gracias por todos los que son portadores de vida.

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