19 marzo 2017

Sucedió junto al pozo de Jacob

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La escena es sugerente. Jesús sediento, cansado, agotado por el calor abrasador se sienta en el brocal del pozo, llamado pozo de Jacob. Poco tiempo después llega una mujer samaritana (los judíos y los samaritanos, a pesar de pertenecer al mismo país – no a la misma provincia- no se entendían, incluso se odiaban). El diálogo entre los dos personajes es modélico. Lo inician hablando de temas intrascendentes, incluso en un tono vacilón. Poco a poco van ahondando: de la sed física pasan a las inquietudes morales y espirituales. Modelo aplicable a la pastoral y a la educación: empezando por cuestiones superficiales se internan en temas profundos.

Para la samaritana, Jesús un judío desconocido se convierte en un profeta, en el Mesías, en el salvador del pueblo. La samaritana pasó de actuar como una mujer frívola, casquivana, de vida turbulenta a un apóstol convincente. Esta escena nos descubre que hay personas que llevan una vida mediocre, porque nadie ha activado su mundo interior, su inteligencia, su riqueza sentimental. A veces basta que rasquemos un poco para hallar una gran riqueza. Tengo mis dudas sobre la afirmación del filósofo norteamericano: ”los seres humanos prefieren ser animales satisfechos a personas insatisfechas”. Es verdad que la gente en general se muestra satisfecha con lo que tiene, al menos eso manifiesta en las encuestas periódicas, que se realizan para conocer el estado de ánimo, por ejemplo, de los europeos. Pero no todos se sienten satisfechos. Traigo un ejemplo, el del Papa. Éste, según confesión propia, tiene necesidad, tiene sed de santos, del siglo XXI, con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo, no en el de nuestros abuelos. Necesitamos santos comprometidos con los pobres. Tenemos necesidad, sed de santos que vivan en el mundo, que se santifiquen en el mundo. Necesitamos santos sociales, abiertos, normales, amigos, compañeros
Aunque Jesús y la samaritana eran vidas muy diferentes, en el fondo ambos deseaban no solo agua, también tenían sed de felicidad, de justicia, de verdad, de paz, de belleza de libertad. Buscaban para ellos y para los demás otro modo de vivir y de sentir la fe.
En el largo diálogo que mantuvieron Jesús y la samaritana hubo tiempo para hablar de muchos asuntos. La samaritana con sus dudas, preguntas y aspiraciones es un retrato de la Humanidad. Representa a los que buscan. Por ejemplo a los refugiados, a los inmigrantes. Muchos de los cuales sienten necesidad, sienten sed de otro mundo, de otra sociedad. Jesús intentó mostrar a la samaritana otro rostro de Dios y parece que lo consiguió. Ante la afirmación de la samaritana: “Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”, Jesús responde: “Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre (…) Se acerca la hora en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad”. 
No hay que forzar mucho el texto para hacer una llamada respecto a que en este siglo XXI el tema del agua será posiblemente el problema principal.
Quiero mencionar dos hechos relacionados con el día de hoy: Misiones diocesanas vascas y día del padre. En el año 1948 el Papa pidió a las diócesis vascas que se responsabilizaran de la evangelización de algunas zonas de Ecuador. Actualmente, setenta años después, el apoyo espiritual es mínimo. El material o económico, sobre todo después del terremoto, que sufrió este país latinoamericano, se mantiene vivo. Esta iniciativa del Papa supuso una “democratización” de la acción misionera de la Iglesia, ya que hasta entonces los que llevaban adelante esta tarea eran las grandes congregaciones religiosas: Ahora el pueblo cristiano, las diócesis, se sienten responsables de dar a conocer el mensaje cristiano en tierras de misión, aunque en los momentos actuales podemos afirmar que todos los lugares son territorios de misión. También los nuestros. 
Por otro lado, hoy, se celebra el día del padre. Un educador manifestaba en el año 2013: antes, “las líneas estaban claras, ahora parece haberse difuminado. Hay que darse cuenta de que la ausencia del padre es uno de los factores que hace que una parte de la sociedad se desmorone”.
Volviendo al evangelio, como resumen de esta lluvia de ideas, adoremos al Padre en espíritu y verdad e intentemos concretar de qué tenemos sed.
Josetxu Canibe

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