Jesús había advertido a sus amigos sobre la pasión y muerte en la cruz que le esperaba. Sabía que esta noticia les había ocasionado temor y dudas. Tres de ellos estarán con él cuando muera en la cruz. Y justamente a ellos les pide que lo acompañen al Monte Sabor. Ahí, como en otras ocasiones, Jesús hará oración. Sólo que ahora, sus tres amigos serán testigos de su transfiguración, es decir, de la transformación de su aspecto, y de cómo el Padre lo declara su Hijo. Con esto, Dios les da una probadita de la paz y la alegría que les espera en el cielo y que será la recompensa, si no fallan en seguir a Cristo, a pesar de las dificultades, dolor y sufrimiento que esto pueda implicar.
Seguir a Cristo a veces implica tener que sacrificar nuestros gustos, comodidades e intereses con tal de amar a quienes nos rodean. En nuestras vidas también hay momentos de dolor y de tristezas, en los que parece que todo va mal y que pueden hacernos perder la esperanza.
El camino que nos muestra Cristo para salvarnos está lleno de pruebas. Y como Jesús, sólo podremos reunir las fuerzas para superarlas, con oración y reflexionando la Palabra de Dios. A través de ellas Dios nos habla, nos recuerda que hemos de seguir a Cristo y que siempre estará con nosotros.
En esta Cuaresma ofrezcamos a Dios esos momentos de sacrificio, de dolor, de tristeza, y pidamos su ayuda para superarlos.
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