28 febrero 2017

MIércoles de Ceniza: Símbolos y Ceniza

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La Cuaresma nos invita primero a ir de viaje al interior de nosotros, el lugar de nuestra identidad desnuda y donde habita el espíritu: salir de nuestro ruidoso interior ocupado. Tres realidades van a jalonar la “práctica” de nuestra re exión cuaresmal: la práctica de la austeridad solidaria: es tiempo de reducir el nivel de consumo y atreverse a “decrecer” a favor de quien viven “decrecidos” por necesidad. La austeridad, el ayuno, no es sólo un tipo de “dieta espiritual” que nos fortalece, sino una práctica de solidaridad, indisolublemente unida a la “limosna”, es decir, al ejercicio práctico de la solidaridad concreta. Ambas –ayuno y limosna, austeridad y solidaridad- son antes un ejercicio místico (oración) que simplemente ético: «No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin “unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria (EG 261)” (Laudato Si, 216).

Símbolos
En la base del árbol colocaremos hoy, al hilo de la lectura del Evangelio y de la homilía, los símbolos de esas tres realidades prácticas que atravesarán transversalmente los cinco domingos de la Cuaresma:
• Un trozo de pan y un vaso de agua (ayuno-austeridad)
• La bolsa o cesta de la colecta (limosna-solidaridad)
• Una barrita (o varias) de incienso encendida (oración)
La ceniza
Antes de imponer la ceniza, trataremos de dar sentido a la invitación “¡conviértete!”:
Esta tarde, al imponernos la ceniza, no sólo será el símbolo de nuestra fragilidad humana, sino la invitación a una conversión hacia el interior de nosotros mismos: conviértete del ruido al silencio, de la vida vivida mecánicamente a una vida que se plantea interrogantes (del “cómo” al “por qué” y “para qué”), del dar por supuesto que “ya lo sabemos” a la pregunta “¿y si no…?”. Que nuestro tiempo de Cuaresma sea el tiempo de un proceso personal de interrogantes que el evangelio nos plantea sobre la propia situación y el sentido de la vida que estamos viviendo. Ese es hoy el sentido de la frase que iremos repitiendo: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
Bendición e imposición de la ceniza

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