Alguien ha dicho que “la palabra es un arma” y también: “el arma más poderosa para cambiar el mundo es la palabra”. ¿En qué sentido se debe entender esto? ¿Por qué es un arma?
Hay armas mortales que causan grandes daños físicos, e incluso matan. ¿Pueden dañar las palabras? ¿Sabes callar?
El evangelio de este domingo es un poco complicado. Habla de muchas cosas. Jesús dice: “No matarás”, “si uno llama a su hermano imbécil tendrá que comparecer ante el tribunal”. “A vosotros os basta decir sí o no”.
En nuestros días “profanamos el lenguaje” (Pronzato). No está de moda hablar respetuosamente y con delicadeza. Es más frecuente el lenguaje decadente y de mal gusto, hay palabras que matan.
1.- Evitemos las palabras cargadas de agresividad: cuánto lenguaje duro, palabras ofensivas e hirientes, pronunciadas sólo para humillar y despreciar, descalificar y destruir.
2.- Evitemos el chismorreo y la difamación: vamos repartiendo condenas, levantando sospechas que envenenan la convivencia y hacen daño, palabras que destruyen y desalientan.
3.- Evitemos las palabras groseras, la vulgaridad, el lenguaje desvergonzado y de mal gusto, los tacos.
4.- Aprendamos a utilizar la palabra para reconciliarnos con el que le que hemos faltado, pedir perdón, empujar y animar.
¿Cómo son nuestras palabras? ¿Se parecen a las de los cuatro puntos?
Hoy tenemos que sensibilizarnos de que las palabras son un arma con la que podemos herir o acariciar, dar vida o matar.
Vemos que debemos cambiar en nuestro lenguaje y como ayudar a otros a que se corrijan.
Podíamos crear esta semana en nuestros grupos o comunidades el día de la amistad (14 de febrero una carta a un amigo, poesía o frase), el día de las buenas noticias (que tienes que comer, que no te falta de nada, etc.), el día de la ecuación milagrosa del perdón (perdonar a alguien o pedir perdón), el día de las palabras mágicas (gracias, tu puedes, cuenta conmigo, ánimo, juntos lo conseguiremos)…
¿Qué estáis dispuestos a hacer? ¿Y en grupo?
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