02 febrero 2017

Comentario Domingo V de Tiempo Ordinario

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Mt 5,13-16
«13Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
14Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 15Tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino encima del candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16Alumbre así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO
Continúa el evangelio de Mateo. Después del relato anterior, el de las bienaventuranzas generales (5,3-10) y la última dirigida a los presentes (5,11-12), ahora el texto presenta unas comparaciones muy generales (sal, luz, ciudad) que tratan de destapar un comportamiento absurdo: de la sal se espera que sale; de la luz, que alumbre; de la ciudad encumbrada en un monte, que se vea. Entonces, ¿qué se espera de un discípulo de Jesús? ¡Buenas obras! Esta pequeña sección de transición, sobre todo el versículo 16b (… para que vean vuestras buenas obras …) ha sido considerada el título para la gran sección Mt 5,17-48, donde se explica en profundidad lo que son “las buenas obras”.

TEXTO
El texto tiene una gran unidad de significado en base a tres comparaciones de Jesús: la sal, la luz, la ciudad), que giran en torno a la misma cuestión. Además está organizado en una estructura quiástica (a-b-c-c-b-a): hombres (vv. 13.16), luz (vv. 14.16), alumbrar (vv. 15.16). La estructura marca la lección del pasaje: ¡tiene que hacerse notar entre los demás nuestro ser discípulos! La articulación interna está marcada por dos entradas iguales: Vosotros sois, en las que se utiliza el pronombre personal “vosotros”, de por sí innecesario, pero que consigue impactar al lector/oyente, enfatizando su implicación con este texto y lo que dice. Así, tendríamos dos partes: V. 13, por un lado; vv. 14-16, por otro. Pero todo el pasaje desemboca en la oración final del v. 16: “para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, que resulta el punto álgido de este evangelio.

ELEMENTOS A DESTACAR
• Sobresalen los pronombres de segunda personal plural: vosotros (vv. 14.15) de vosotros (en la traducción castellana, en adjetivo vuestro/a/as) (v. 16). Se subraya con énfasis la implicación del oyente y le compromete por completo. Pero ese “vosotros” está en relación con los versículos anteriores: “Precisamente vosotros, que sois perseguidos y calumniados, sois la sal de la tierra” (cf. 5,11- 12). Son palabras de Jesús para ti. ¿Son palabras de Jesús para ti?
• La sal es un condimento necesario e insustituible. Además de condimentar, purifica y conserva. La sal no es sal para sí misma, es sal para otra cosa (el alimento). Es una metáfora del discipulado en la vida del mundo: los discípulos no existen para sí mismos, sino para la tierra. ¿Hasta qué punto soy-somos sal que condimenta, purifica y conserva la vida que nos rodea?
• La luz (cf. Mt 4,16: Jesús como luz) es también fundamental para la vida y su desarrollo. La misión de Jesús es la misión de sus discípulos: hacer presente el reinado de Dios, la salvación y el amor de Dios. Para eso vino Jesús y para eso estamos los discípulos, porque no se enciende una luz para ocultarla de inmediato. ¿De qué manera alumbro “a los de casa”, a los que me rodean?
• Alumbra-Alumbre: del indicativo al imperativo! Nuestra luz son nuestras buenas obras. El sentido de éstas debe entenderse desde las bienaventuranzas que preceden a las antítesis que siguen, y que escucharemos en próximos domingos. Pero no se especifican, sino que debemos preguntarnos, mirando al propio Jesús, qué hacer y cómo actuar para realizar nuestra misión de ser sal y luz. Pocos textos hay en el NT donde el honor de Dios sea la culminación del obrar cristiano y, a la vez, sea dependiente de este obrar: ¿Qué dirían/dicen de Dios quienes tratan con nosotros? ¿Qué les hacemos decir con nuestra forma de ser creyentes hoy?
• Padre: es la primera vez en el Sermón de la Montaña en que aparece LA característica fundamental de Dios en dicho sermón y en todo el evangelio de Mateo: Dios es, antes que nada y sobre todo, Padre: ¿qué consecuencias tiene para tu experiencia personal de Dios y para tu transmisión de la fe?

Oración para disponer el corazón
Maestro Divino, como al ciego de Jericó, concede luz a mis ojos para reconocerte en los hermanos que sufren.
Maestro Divino, como a Lázaro, concédeme la luz de “una vida nueva” para renacer de todas aquellas situaciones de muerte que hay en mi vida.
Maestro Divino, como a la mujer pecadora, concédeme la luz de tu “perdón” para que, reconciliado conmigo mismo, viva en armonía con mis hermanos.
Maestro Divino, como a tus discípulos, concédeme la luz de tu “amistad” para comunicarte con alegría a mis hermanos.
Maestro Divino, como a las multitudes, dame siempre la luz de tu Palabra. Que encuentre en ella fuerza, para enfrentar los acontecimientos de cada día.
Amén.

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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