05 noviembre 2016

Moniciones para el domingo 6 de noviembre


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MONICIÓN DE ENTRADA

Recibid, hermanos y hermanas, nuestra más cordial bienvenida a la Eucaristía del domingo 32 del Tiempo Ordinario. Jesús nos va a hablar de vida eterna y de la Resurrección de todos, siendo Él el primero. Es, pues, un mensaje que contiene esperanza, amor y gozo. Pero en el origen de la respuesta del Maestro estaba una pregunta mal intencionada del grupo de los saduceos, que no creían ni en la resurrección, ni en casi nada. La pregunta es, a su vez, lo que motivó la famosa frase de “la trampa saducea” que tanto se utiliza como trampa malintencionada. Pero Jesús aprovechó para mostrar un camino de eternidad: “seremos como ángeles”. Y con la alegría y esperanza que nos da esa promesa de Nuestro Señor Jesús iniciamios jubilosamente nuestra celebración con el canto de entrada...


MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- La primera lectura pertenece al capítulo 7 del Libro de los Macabeos y narra el martirio que siete hermanos sufrieron por confesar y no negar al único Dios verdadero. Los judíos creían en una resurrección que solamente alcanzaba a los justos y a los mártires. Pero Jesús nos dice que todos resucitaremos y que seremos como ángeles…


S.- El salmo 16 era una plegaria matinal, el despertar era el momento de rezar a Dios Todopoderoso. El cristianismo siempre ha visto en este salmo como una alusión a la resurrección, incluso se ha pensando que para los judíos también contenía una alusión velada a ese momento del despertar para la eternidad.

2.- La segunda lectura procede la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, que ya hemos leído la semana pasada y que seguiremos leyendo hasta el Adviento. Pablo sugiere que no debe haber temor ante los Tiempos Últimos porque tenemos la fuerza de Dios que nos lleva a obrar y hablar bien. Es Dios quien nos inspira.

3.- El Evangelio de Lucas que se proclama hoy contiene una figura llamada “la trampa saducea” y que es frecuente en el lenguaje político o jurídico. Cuando los saduceos –que no creían en la resurrección—se acercan a Jesús quieren proponerle un tema sin más solución que la de ellos. Pero Jesús les enseña algo en lo que nunca habían pensado: que cuando resucitemos seremos como ángeles y que las necesidades de esta vida mortal no aparecerán en esa Vida Futura. Para nosotros, Jesús de Nazaret nos hace una promesa de eternidad que, creyendo en ella, ha de cambiar nuestra existencia terrena.



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Don Javier Leoz, sacerdote navarro, nos propone hoy esta bella plegaría para estos momentos finales de la Eucaristía



QUE NO ME IMPORTE, SEÑOR



La  burla de los que no se molestan en buscarte

La  sonrisa de los que, sintiéndose poderosos,

serán  nada y polilla después de su grandeza

QUE  NO ME IMPORTE, SEÑOR

Las  falsas promesas que el mundo me ofrece

frente  a las tuyas que han de ser eternas

Los  cortos caminos, que me llevan al abismo,

frente  a los tuyos –estrechos y difíciles-

pero  con final feliz y glorioso.

QUE  NO ME IMPORTE, SEÑOR

Exhortación de despedida

La promesa de Jesús nos debe hacer salir esperanzados del templo porque supone que también nosotros, un día, amaneceremos a la Gloria de Dios. Su rostro nos  iluminará día y noche. Y seremos eternamente felices.

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