20 noviembre 2016

Concordia y discordia

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Hoy es el último domingo del calendario litúrgico, el cual no coincide, por tanto, con el del año civil. Pues éste termina el 31 de diciembre.
El evangelio nos ofrece unas escenas relacionadas con la celebración de esta fiesta: la estampa del calvario donde contemplamos crucificado y colgado entre dos malhechores a uno que se dice rey, mientras la mayoría se burla de él.
Es verdad que a Jesús no le agradaba este título. Lo rechazó en varias ocasiones y solamente dos veces aparece en el evangelio que aceptó este título. La primera, cuando Pilato le preguntó:”¿Luego tú eres rey?”. Jesús declaró:”Tú lo estás diciendo”. Si bien, para evitar interpretaciones erróneas añadió: “pero mi reino no es de este mundo”.

En otro momento advirtió a sus apóstoles: “Sabéis que los jefes de las naciones les tiranizan y que los grandes las oprimen. No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro y el que quiera ser primero sea esclavo vuestro”
La segunda vez sucedió cuando el buen ladrón le susurró: “acuérdate de mí cuando vuelvas como rey”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso”.
En cambio, aceptó plenamente la palabra y el contenido de “reino”: reino de Dios, reino de los cielos. Expresión que aparece repetidamente en los evangelios, pues vino para eso, para establecer el reino de Dios. Los evangelios citan 121 veces esta expresión. Si Jesús vino para eso, nosotros, sus seguidores, tenemos que trabajar para que ese reino crezca, se desarrolle. Curiosamente Jesús en ningún momento definió con claridad qué es, en qué consiste ese reino. Pero sí nos señaló varias pistas. Se parece el reino de los cielos a una comunidad, a una sociedad en la cual el ser humano se siente y vive como hermano y como hijo de Dios. Reino de los cielos y también de la tierra.
Un equipo de psicólogos elaboró recientemente un estudio internacional con las respuestas dadas a la siguiente pregunta: nombra diez cosas, aspectos que sean imprescindibles para ti. La coincidencia de las respuestas ha sido absoluta: salud, amor, paz, respeto, trabajo, armonía, servicio, felicidad, justicia, … Sin embargo son el dinero y el poder por los que más luchamos.
Jesús es rey ¿pero de qué reino?. En las bienaventuranzas nos dibujó con bastante exactitud quienes son sus “súbditos”: bienaventurados los pacíficos, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios, bienaventurados los pobres, dichosos los que luchan por la justicia, ….
Sobre este programa confesaba un conocido filósofo, que se manifiesta agnóstico, que “un mundo así sería ideal”. Pero añade que el cristianismo ha sido la religión más contradictoria, porque con “un ideario como el de los evangelios, lleno de amor, se ha llegado a guerras” y ahora a un capitalismo que desestabiliza la vida del hombre.
Oímos con frecuencia que en el mundo y concretamente en Europa “todo va mal”y se aducen diversos ejemplos: que la Unión Europea se cae a pedazos, que avanza el populismo, que no retroceden el terrorismo, la desigualdad, la xenofobia. Pero lo apuntado no es toda la realidad: un porcentaje notable de ciudadanos proclaman que la concordia es más fuerte que la discordia, que los refugiados prefieren Europa como lugar de destino por el nivel de vida de que goza. 
Me imagino que Jesús no está satisfecho, orgulloso de su reino. No puede estar cuando hay millones de familias sin techo o con techo destartalado. Cuando en este mundo no se vive, no vivimos la fraternidad, principal característica de su reino. Cuando en Europa se tira la cuarta parte de la comida. Cuando hablamos de primer y tercer mundo. 
Presiento que esta fiesta de Cristo Rey le deja a Jesús un sabor agridulce. No cuenta con suficientes “pescadores de hombres”, como el apóstol Pedro, pues el que es pescador y trabaja en el agua no hace caminos, sino que busca los peces donde se encuentran. Por eso no repite el camino del día anterior; cada día ha de optar por un nuevo camino. Lo importante es encontrar los peces”
Hoy es una fecha oportuna para renovar nuestra adhesión a Jesús para que sea rey de un reino tal como lo entiende él.
Josetxu Canibe

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