22 octubre 2016

La oración según Jesús

1. La parábola del fariseo y del publicano expresa dos tipos de actitudes espirituales, una de las cuales es rechazada, mientras que la otra es ensalzada. El fariseo («erguido») representa a quien se cree justo, está satisfecho de sí mismo, desprecia a los demás, forma clase aparte, confiesa los vicios de los otros y nunca pide nada a Dios: no conversa con Él, sino que monologa complaciente consigo mismo. El publicano («inclinado») reconoce su condición de pecador, siente la necesidad de salvación y espera ser perdonado: dialoga con Dios.
2. Esta parábola, dirigida a todos los manipuladores de la religión, muestra la espiritualidad del discípulo de Jesús, que tiene que ver con la figura del publicano arrepentido, no con la del fariseo orgulloso.

3. El antiguo catecismo afirmaba que orar es «levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes con humildad y confianza». De hecho, se ha entendido la oración como plegaria individual de petición. En la nueva catequesis se dice que orar es responder a la palabra de Dios con la acción de gracias. Por supuesto, la oración es «conversación con Dios» (Santa Teresa) y supone tres realidades básicas: la Palabra de Dios (relación a su proyecto), la asamblea orante (el cuerpo de Cristo eclesial) y el cumplimiento de la justicia del reino (el clamor de los pobres desde el Espíritu).
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿De qué forma hemos aprendido a orar?
¿Detectamos hoy en nuestra realidad los dos tipos de oración que presenta la parábola?
Casiano Floristán

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