18 agosto 2016

El Papa pide a los fieles que sean «signo visible de la misericordia de Dios»


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Crónica de José Calderero
En la mañana de este miércoles 17 de agosto, el Aula Pablo VI del Vaticano acogió una nueva audiencia general en la que el Papa habló sobre la misericordia como instrumento de comunión.
Para ilustrar sus palabras, Francisco propuso a los fieles el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces, en el que Jesús «quiere involucrar a sus discípulos y les dice: “dadles vosotros de comer”».

«Los pocos panes y peces que tenían, con la fuerza de la fe y la oración, podían ser compartidos por toda aquella gente. Es un milagro que hace Él, pero es el milagro de la fe, de la oración con la compasión y el amor», ha dicho el Santo Padre. «El Señor va al encuentro de las necesidades de los hombres, pero quiere hacer de cada uno de nosotros, concretamente, participes de su compasión», ha añadido a continuación.
Los signos de la Eucaristía
El Pontífice también se ha detenido en la bendición de Jesús, quien «tomó los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo y los bendijo; partió los panes y se los dio (Mt 14, 19)». Son los mismos signos, ha explicado el Papa, «que Jesús realiza en la Última Cena» y «que todo sacerdote realiza cuando celebra la santa Eucaristía».
En este sentido, el Santo Padre ha asegurado que «la comunidad cristiana nace y renace continuamente de esta comunión eucarística» que «siempre nos introduce más en la relación con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo para ofrecerles un signo concreto de la misericordia y de la atención de Cristo».
«La Eucaristía también nos transforma poco a poco en cuerpo de Cristo. Y nosotros creyentes que recibimos este pan somos impulsados por Jesús a llevar este servicio a los demás, con la misma compasión de Jesús. Este es el camino», ha aseverado.
El Papa ha terminado la catequesis pidiendo al Señor «que haga siempre a su Iglesia capaz de este santo servicio» y «que cada uno de nosotros pueda ser instrumento de comunión, signo visible de la misericordia de Dios que no quiere dejar a nadie en la soledad y en la necesidad».
José Calderero

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