1. Para dar a conocer y penetrar en el misterio del Dios vivo, la Escritura muestra cómo Dios se revela con hechos antes que con palabras, se encarna en la historia y toma partido por el hijo menor, el pobre, el enfermo, el marginado. En el AT, a Dios se le reconoce como Padre, del cual son hijos, de hecho, los creyentes y el pueblo entero. Según el NT, el punto de partida está en la persona de Jesús, que llama familiarmente a Dios «padre» o «papá» (Abba) y concibe siempre la paternidad de Dios en relación a la fraternidad humana, de un modo universal y liberador. Las relaciones entre el Padre y el Hijo son totales, y su conocimiento mutuo es idéntico, como idéntica es la concordia de sus voluntades.
Por otra parte, Jesús descubre el misterio del Espíritu. Los profetas habían expresado que el Mesías tendría el Espíritu en su plenitud y que, con su venida, éste se derramarla abundantemente. Jesús habla abiertamente del Espíritu, sobre todo en el discurso de la íntima cena.
2. El Dios de los cristianos no es un dueño supremo, sino un Dios al que la Iglesia invoca como Padre, Hijo y Espíritu. Al nombrar a Dios como Padre, descubrimos la bondad y diversidad de Dios; al descubrir la Iglesia de Cristo, la vemos fundada en la Trinidad de Dios; y al confesar al Dios Trino como Dios del amor, aceptamos el dinamismo del amor. El núcleo central del cristianismo es éste: Dios, como Padre, nos invita por medio de Jesucristo, su Hijo y Señor nuestro, a acoger en nosotros su Espíritu para que seamos, a todos los efectos, hermanos en la Iglesia y solidarios con el mundo. Por consiguiente, tenemos acceso al Padre, en el Espíritu, por Cristo.
3. La catequesis y predicación actuales indican que se comience por reconocer al Dios Padre y se aprenda a darle gracias y a pedirle perdón. Después se presenta a Jesús como Hijo de Dios Padre, con quien podemos decir juntos el Padrenuestro. Por ultimo, se hace patente el Espíritu Santo como aquel que nos ayuda a relacionarnos con Dios Padre y con todos los hermanos, como se relacionó Jesús. La recuperación del Dios trinitario se logra mediante una reinanición de fe y unas celebraciones dirigidas claramente al Padre, por el Hijo, en el Espíritu.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿Ha evolucionado la imagen o idea que tenemos hoy de Dios?
¿Qué influjo tiene en nuestras vidas el Dios trinitario?
Casiano Floristán
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