Monición de entrada:
Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos en Jesús: el Cordero sacrificado por nuestra liberación. La muerte de Cristo fue la causa de que nuestra muerte fuera vencida.
Jesús, el Señor, muere en la cruz. Y nosotros estamos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor. Porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma.
La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, veneración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche.
Comencemos hoy nuestra celebración en silencio. Después nos arrodillaremos orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón.
Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos en Jesús: el Cordero sacrificado por nuestra liberación. La muerte de Cristo fue la causa de que nuestra muerte fuera vencida.
Jesús, el Señor, muere en la cruz. Y nosotros estamos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor. Porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma.
La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, veneración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche.
Comencemos hoy nuestra celebración en silencio. Después nos arrodillaremos orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón.
Primera lectura: Is 52,13-53,12 (Fue traspasado por nuestras rebeliones)
Este poema del profeta Isaías describe la pasión salvadora y gloriosa del siervo del Señor. Sobre él cayeron los pecados de todos los seres humanos. Para nosotros estas profecías, escritas muchos años antes de Cristo, nos hablan de Jesús el Cristo. Escuchemos.
Segunda lectura: Hb 4, 14-16; 5, 7-9 (Se Convirtió en causa de salvación)
Cristo, que nos señaló y nos abrió el camino hacia la salvación, pasó por todos los sufrimientos y debilidades humanas, menos el pecado. Cristo, es el sumo Sacerdote, con Dios y entre nosotros. Escuchemos con atención.
Tercera lectura: Jn 18, 19-22 (Pasión de nuestro Señor Jesucristo)
Escucharemos el relato de la Pasión según san Juan, ésta es una continuación de la última cena y del discurso de despedida. Un tema predominante en es el de la “hora” de Jesús. Pongan atención a esta gran lección de generosidad.
Introducción a la oración universal:
Hoy, ante Jesús que da la vida por la humanidad entera, nuestra oración debe ser más intensa, para que a todos llegue la vida que nace de la cruz. Unámonos, pues, ahora, en oración para que el fruto de la salvación alcanzada por Cristo en la cruz llegue a todos.
(El presidente inicia desde el Misal o el Libro de la Sede la Oración Universal, especial para hoy).
De entre las oraciones que se proponen en el Misal, el sacerdote puede escoger aquellas se acomodan mejor a las condiciones del lugar, pero de tal modo que se mantenga el orden de las intenciones que se propone para la oración universal.
Introducción antes de la veneración de la Cruz:
Para los cristianos, la cruz es el instrumento elegido por Cristo para nuestra salvación. Es el signo del amigo que entrega su vida por aquel que ama. Desde la Cruz Cristo es proclamado Redentor y Salvador.
Recibamos ahora, en medio de nuestra asamblea, la cruz de Jesucristo. En él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección. Dispongámonos a adorar a nuestro Salvador, porque él ha muerto para darnos vida. Todos nos iremos acercando a venerar la Cruz. Luego tendremos la Sagrada Comunión para aquellos que están debidamente preparados. La Eucaristía que ayer celebrábamos nos alimenta también hoy, mientras esperamos compartir, mañana por la noche, la Eucaristía de la Pascua.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 171)
¡Victoria! ¡Tú reinarás! ¡Oh cruz, tú nos salvarás!
El Verbo en ti clavado, muriendo nos rescató;
De ti, madero santo, nos viene la redención.
Extiende por el mundo tu reino de salvación;
Oh cruz fecunda de vida y bendición.
Impere sobre el odio tu reino de caridad:
Alcancen las naciones el gozo de la unidad.
Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;
El río de la gracia apague la iniquidad;
La gloria por los siglos a Cristo libertador;
Su cruz nos lleve al cielo, la tierra de promisión.
(E. Malvido-D. Julián)
Amén.
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