Celebramos hoy el segundo domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Así canta la Iglesia en la octava de Pascua, casi recogiendo de labios de Cristo estas palabras del Salmo; de labios de Cristo resucitado, que en el Cenáculo da el gran anuncio de la misericordia divina y confía su ministerio a los Apóstoles: Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo."
Que se alegre nuestro corazón, que nuestra fe se fortalezca y nuestro amor aumente. Y que resuene en toda nuestra comunidad la acción de gracias al Padre, porque ha obrado tan grande maravilla.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial.
Jesús muestra sus manos y su costado, es decir, señala las heridas de la Pasión, sobre todo la herida de su corazón, fuente de la que brota la gran ola de misericordia que se derrama sobre la humanidad. Cristo resucitado está realmente presente entre nosotros, y nuestra vida de comunidad es signo de esa presencia, y es Él mismo quien confía a los discípulos la misma misión que recibió del Padre, misión que debemos continuar nosotros.
1ª. LECTURA: (Hch 5, 12-16) (texto)
Este relato nos habla de los comienzos de la Iglesia; de cómo el Evangelio se va difundiendo; "la misericordia del corazón se convirtió también en estilo de relaciones, en proyecto de comunidad y en comunión de bienes: Aquí florecieron las obras de misericordia, espirituales y corporales."
SALMO RESP.: (117, 2-4. 22-27a) (texto)
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
2ª. LECTURA: (Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19) (texto)
El Apóstol Juan nos quiere manifestar que el Señor ha vencido realmente el mal y la muerte y que el camino de los hombres no conduce al fracaso, sino a la vida.
EVANGELIO: (Jn 20, 19-31) (texto)
Aclamemos al Señor Resucitado con el jubiloso canto del Aleluya; Él se manifiesta a sus amigos, los discípulos, y en ellos a cada uno de nosotros, ya que Él está realmente presente en medio nuestro.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora, queridos hermanos, animados por el Espíritu que Jesús ha derramado en todos los creyentes, oremos a nuestro Padre del Cielo, con fe profunda, pidiendo por estas intenciones.
GUÍA: A cada una de las intenciones responderemos orando:
"POR JESÚS, DIVINA MISERICORDIA, ESCÚCHANOS SEÑOR"
v Padre de misericordia, te pedimos por la Iglesia y el Papa Francisco, para que en su mensaje de luz y esperanza, todos los hombres reconozcamos la voz del mismo Cristo que hoy nos confía la misma misión que recibió de ti, oremos...
v Padre todopoderoso, te pedimos por todos los Obispos y sacerdotes de nuestra patria, para que con el testimonio de sus vidas y su entrega al Evangelio, nos muestren siempre el verdadero camino hacia el Reino de los Cielos, oremos...
v Señor de la historia, te pedimos por nuestra patria, para que todos trabajemos unidos para conseguir una convivencia en justicia y libertad, y hoy más que nunca, se termine con los injustos marginamientos y el escándalo de la riqueza de unos pocos ante la pobreza de muchos, oremos...
v Padre misericordioso, te pedimos por tantas familias que hoy se encuentran sufriendo, para que encuentren en nosotros el gesto y la palabra oportuna que haga renacer en ellos la alegría y la esperanza, oremos...
v Señor de la vida, te pedimos por todos los cristianos, para que nos concedas la gracia de percibir la profundidad de la misericordia divina y nos ayudes a experimentarla en nuestras vidas y a testimoniarla a nuestros hermanos, oremos....
CELEBRANTE:
Dios, cuya misericordia es incontable, que despiertas a la fe a tu pueblo santo, escucha esta súplica y robustece, bondadoso, la gracia que nos diste para que todos tus hijos conozcan en plenitud que son engendrados por tu infinito amor, redimidos por la preciosa sangre de Cristo, regenerados y conducidos a la vida por el Espíritu. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Junto al pan y el vino ofrezcamos también nuestras vidas, en un deseo de consagrarlas, total y definitivamente, al servicio de Dios y de nuestros hermanos.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIALOGO DEL PREFACIO:
Movidos por el mismo Espíritu que vivificó a Jesucristo resucitado, unámonos entre nosotros al presentar al Padre nuestra plegaria de acción de gracias, celebrando la muerte y resurrección de su Hijo.
COMUNIÓN:
Jesucristo nos ha amado como nadie lo ha hecho nunca. Ahora llama a todos los pueblos al banquete de la amistad, al banquete de la Eucaristía, el alimento que nos hace crecer espiritualmente y nos hace crecer como Iglesia.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Hemos sentido la alegría profunda de la Resurrección salvadora de Cristo. Ahora necesitamos la sabiduría que nos dará el Espíritu Santo, y es lo que nosotros ahora esperamos, en el camino de Pentecostés. Tenemos que pedir y esperar que el Espíritu Santo nos cambie. Y si le dejamos entrar en nosotros, nuestra sabiduría servirá para ayudar y convertir a los hermanos
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