06 enero 2016

Volvemos al Tiempo Ordinario

INTRODUCCIÓN
Al hilo de estos seis domingos y partiendo del primero, el Bautismo de Jesús, perteneciente aún al tiempo litúrgico de la Navidad, presentamos a Jesús desgranando, a lo largo de estos cinco domingos, la “epifanía” que, como una obertura, constituye su Bautismo en el Jordán.
Cada domingo intensificaremos, de alguna manera, uno u otro momento de la celebración de la Eucaristía: los ritos iniciales (Bautismo del Señor), la presentación de las ofrendas (domingo 2º), la liturgia de la Palabra y el envío (domingo 3º), el rito de la comunión (domingo 4º) y, finalmente, la homilía (domingo 5º).
1) Bautismo del Señor: JESÚS ES “EL HIJO”
El Ciclo litúrgico de Navidad concluye con la celebración del Bautismo del Señor, tercera “epifanía” o manifestación de Jesús, el Señor: a los pobres, a los “magos” y al pueblo entero de Israel. Pero Jesús ya no es ahora el “niño” Jesús. La relación materno-filial pasa a un segundo plano. Jesús adulto comienza una nueva relación con el Padre, profundizada silenciosamente en los treinta años de “vida oculta”. Jesús, en oración, recibe la Palabra del Padre y le llama “Hijo”.
Las miradas tiernas hacia el niño y sus palabras balbucientes han terminado. Miramos ahora al Jesús adulto, lejos del Nazaret infantil. Jesús de Nazaret acude al Jordán y se bautiza «en un bautismo general». En el silencio de la oración, Jesús se deja decir por el Padre. Es un bautismo de “conversión”, de cambio de vida, de envío y misión.
Por eso nosotros, en este día, recibimos también sobre nosotros la Palabra del Padre. Jesús es “el Hijo” y nosotros, bautizados en un mismo bautismo, somos también llamados “hijos”, revelándose así la plenitud de lo que siempre fuimos, hijos de un mismo Padre, miembros de una única familia humana.
Como gesto de esta Eucaristía, en los ritos introductorios y como complemento del prefacio, queremos renovar el bautismo, pieza clave de nuestra nueva vida y camino como “hijos” en “el Hijo”. El agua bautismal será la clave simbólica –sacramental- del día de hoy.
2) Domingo 2º: JESÚS, ALEGRÍA DEL MUNDO
Comenzamos los domingos del Tiempo Ordinario que en el Ciclo C sigue el evangelio de Lucas. Sin embargo, este domingo es excepción pues se trata del evangelio de Juan que va insertándose, en diversas ocasiones, entre los evangelios sinópticos de los tres Ciclos, para completar así la presentación litúrgica de los cuatro evangelios.
Pero cae muy bien este evangelio de Juan al comienzo del Tiempo ordinario. Es como un anuncio inaugural de todo el itinerario de Jesús: «Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él» (Jn 2,11).
El “signo” que realiza Jesús, empujado por su Madre María, presente desde el principio, es la transformación del “agua” en “vino”, el vino «que recrea el corazón del hombre» (Salmo 104,15). La misma Escritura lo describe así, como hecho para la alegría. El “agua” de la Ley, insípida, aburrida y seca, Jesús la transforma el alegre vino de la Nueva Ley de Jesús, la “ley” interior inscrita en el corazón, pero llevada a plenitud por la libertad y la misericordia del Espíritu.
Éste es el signo que queremos subrayar hoy en la presentación de las ofrendas de la liturgia, desde la mesa desnuda de un altar vacío hasta el estallido de una mesa bien dispuesta y oreada en la que el vino tiene hoy un sentido especial.
3) Domingo 3º: JESÚS, LA BUENA NOTICIA
Juntos en asamblea, como el nuevo Israel de la primera lectura, la Palabra de Dios es la que nos convoca. Esa misma Palabra que Jesús “desenrolla” del rollo del profeta Isaías para anunciar lo sorprendente: “Hoy se ha cumplido esta Palabra”. Aquella Palabra que leía Esdras y ante la cual una multitud lloraba al escucharla. Esa misma es ahora Palabra hecha carne en Je- sús. Él es la Palabra de nitiva que nos reúne en un solo pueblo nuevo –diverso y uni cado- «que tiene como meta tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor» (Prefacio Común VII).
Este domingo, pues, es el domingo de la Buena Noticia que anuncia Jesús con su vida y su Palabra. Todos los domingos escuchamos una y otra vez la Palabra. Por eso hoy, ponemos en ella un acento especial en la Liturgia de la Palabra.
4) Domingo 4º: JESÚS, ABRAZO DE PAZ A TODA LA HUMANIDAD
Apropiarse a Jesús, hacerle rey y levantar banderas contra banderas. ¡Nosotros no podemos ser menos que los de Cafarnaún! ¡Jesús es más nuestro que vuestro, porque él es de aquí…! La codicia religiosa y cultural, como dice la carta de Santiago, es la fuente de todas las violencias. A Jesús «lo empujaron fuera del pueblo… con intención de despeñarlo»…
Este domingo mantiene todavía el eco de tantos niños, adolescentes y jóvenes que, en tantos centros educativos y no educativos, incluso muchos adultos, que han celebrado el “día de la paz y la no violencia activa”. En nombre de este Jesús que nos anuncia hoy un Dios más allá de las fronteras de Israel, un Dios de Nahamán el sirio y de la viuda de Sarepta, nosotros hoy, en el rito de la comunión, queremos abrazar también al mundo con el mismo abrazo de paz que ofrece Jesús a toda la humanidad.
5) Domingo 5º: JESÚS, EL QUE CUENTA CON NOSOTROS
El evangelio y la primera lectura de hoy –incluso la segunda- se encuentran en un mismo mensaje: Isaías, Pablo y Pedro son llamados y enviados. Y todos desde la debilidad, la misma debilidad que sienten los discípulos cuando Jesús, en la multiplicación de los panes, les invita: «Dadles vosotros de comer»… Debilidad, pecado, impotencia y llamada cantan la misma melodía. Y la llamada sigue hoy también en nosotros, cosa que resaltamos y comentamos, actualizándolo, en la misma homilía y en la acción de gracias.

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