Cierto día se encontraron a la orilla del mar la Belleza y la Fealdad. Decididas a darse un baño, se quitaron sus ropajes y se sumergieron en las aguas del mar.
Después de un rato, la Fealdad salió del agua, se vistió con la ropa de la Belleza y siguió su camino. Cuando salió la Belleza, no pudiendo encontrar sus ropajes y siendo muy tímida para caminar desnuda, se vistió con los de la Fealdad y continuó también su camino.
Desde aquel momento los seres humanos las confunden y mezclan una con otra. Sin embargo, hay personas que han contemplado la cara de la Belleza y la reconocen sin importarles los ropajes que lleve puestos. Y hay quienes reconocen la cara de la Fealdad sin dejarse engañar por los ropajes que lleve.
K. Gibran.
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