1. La crisis religiosa lleva consigo el sentimiento de la ausencia de Dios. A veces estamos llenos de «dudas» o de «miedos». Las señales evangélicas de Jesús no parecen eficaces en este mundo. Incluso en los relatos evangélicos pascuales, Jesús no es inmediatamente «reconocido»: María lo confunde con el «hortelano»; los de Emaús, con un «caminante»; los apóstoles, con un «fantasma».
Los discípulos reconocen a Jesús cuando escuchan su palabra viva, palpan sus señales de caridad y comparten la comida fraterna. La iniciativa es del Señor, pero la respuesta es de los discípulos. Con un nuevo entendimiento se comprenden «las Escrituras», y viceversa: con la palabra de Dios se obtiene un verdadero reconocimiento.
Para que la fe sea reconocimiento, es preciso que se acepte la nueva presencia del Señor y la condición de una nueva existencia. Jesús como Señor está en la humanidad doliente que busca nueva vida, en la comunidad creyente que escruta las Escrituras y en el banquete de hermanos que comparten la mesa y el cuerpo de Cristo.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿Reconocemos a Cristo en los hermanos?
Casiano Floristán
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