Solemnidad de la Epifanía del Señor
1-
Entrada:
¡Hemos venido a
adorar al Señor! Queridos jóvenes, hoy nos reúne la solemnidad de la Epifanía,
la manifestación de Dios a todos los pueblos de la tierra, simbolizados en
aquellos magos de Oriente. Llenos de alegría, entremos a nuestra celebración y
alabemos a Jesús con nuestro canto.
2-
Liturgia de la Palabra:
La Palabra nos revela los
misterios de Dios. Invoquemos en nuestro corazón al Espíritu para que nos haga
comprender sus maravillas y su luz brille sobre nosotros. Escuchemos con
atención.
3-
Oración de los fieles:
Al elevar ahora
nuestras intenciones comunitarias tengamos un corazón amplio que abarque a todo
el mundo como lo hace el amor de Dios. Recemos diciendo: Señor, que todos te conozcan.
- Por la
Iglesia, para que a través de todos sus miembros, siga manifestando el amor de
Dios a todos los hombres del mundo, especialmente a los que viven en las
periferias existenciales.
- Por
todos los poderosos del mundo, para que sigan el ejemplo de los Magos y no el
de Herodes; para que te busquen, te adoren y te sirvan en sus hermanos.
- Por
los jóvenes que andan sin sentido, para que iluminados por la luz de Cristo, se
levanten y resplandezcan viviendo la belleza del Evangelio.
- Por
los niños que hoy esperan un regalo, para que tengan por sobre todas las cosas
el amor, el cuidado y la educación que los mayores les debemos.
- Por
todos los que aún no te conocen, para que encuentren signos que los conduzcan a
la fe.
- Por
los cristianos perseguidos en distintos lugares del mundo, para que, con
valentía, sigan dando testimonio y sus sufrimientos sean fructíferos.
4-
Ofrendas:
Como los Magos
llevaron oro, incienso y mirra, llevemos nosotros nuestra ofrenda material pero
sobre todo nuestra vida, con sus penas y alegrías. Presentemos el pan y el
vino, cantando.
5- Comunión:
El Rey al que
vinimos a adorar está presente en la Eucaristía. Vayamos a su encuentro con
humildad y admiración. Cantemos juntos.
6-
Despedida:
Los magos volvieron
a su tierra a compartir la experiencia que habían vivido. Volvamos nosotros a
casa con ese mismo entusiasmo: ¡que todos sepan que Jesús está en medio
nuestro! Nos despedimos cantando.
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