MONICIÓN DE ENTRADA
Con toda alegría, propia del tiempo navideño, os deseamos nuestra más cordial bienvenida. El jueves pasado celebramos el Gran Día: la Natividad del Señor. Y hoy volvemos al templo para agasajar a los principales protagonistas de aquellas horas: a Jesús, María y José: la Sagrada Familia. Y también queremos que la asamblea semanal de hermanos que se quieren, en esta ocasión, sea como un canto fuerte y vibrante al amor en la familia. Vivimos tiempos difíciles y de esa dificultad no se libra, tampoco, la familia. Oremos con fe y entusiasmo a la Sagrada Familia de Nazaret para que impulse la vida cristiana en todas las familias del mundo.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera lectura vamos a leer un texto del Libro del Eclesiástico. El autor sabio del Antiguo Testamento nos da enseñanzas firmes para que nuestras familias funcionen en el amor y en la esperanza.
S.- El Salmo 127 es un canto constante de bendición del hombre justo al Señor Dios. Pero a su vez esa bendición vuelve hacia los fieles convertida en apoyo de Dios al camino de quienes en Él confían. Y ese entrelazamiento de Dios con quienes se entregan a Él constituye esa doble corriente de amor y de ternura. Es la enseñanza que hoy a nosotros debe traernos el salmo que vamos a proclamar.
2.- San Pablo en la segunda lectura, sacada de la Carta a los Colosenses, nos da el esquema de vida que hará que todo lo deseable para nosotros sea realidad: “que vuestra vida la presida la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón… y así la paz de Dios habitará en vuestros corazones.
3.- El Evangelio de San Lucas nos va a referir la presentación del Niño Jesús en el Templo. Y en el prodigioso relato de Lucas escucharemos las profecías de Simeón y de Ana sobre el futuro del Niño. La oración de Simeón, el “Nunc Dimitis” es uno de los grandes himnos litúrgicos del pueblo de Dios. Lo que anuncian las profecías es cuestión de familia. es la vida de Jesús, y de María, y de José.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Algo más extensa que en otras ocasiones ofrecemos la presente plegaria de Javier Leoz para estos momentos finales de nuestra Eucaristía.
¡EN FAMILIA! ¡SÍ! ¡EN FAMILIA!
Algo de bueno, debe de tener la familia
cuando, el mismo Dios, eligió formar parte de una de ellas.
Cuando, el Padre, quiso ser Padre en el cielo
y, por una familia,
Padre de todos los hombres y mujeres de la tierra
Cuando, Dios, teniendo todo…quiso una mujer como Madre
un José como padre para Jesús
y una casa donde entretejer la más bella historia de amor.
Algo, fuera de serie, divino y humano, tiene la familia
cuando Dios, puso en el tiempo señalado por los profetas
al Verbo Encarnado en el corazón de la misma.
Algo, grande, noble, insustituible y santo
posee la familia cuando, el mismo Dios,
siendo Dios, quiso dejarse abrazar, acariciar
cuidar, querer, sostener, mimar, educar y corregir en una de ellas.
Exhortación de despedida
Apretémonos hoy muy especialmente con nuestros familiares, que el calor de nuestra familia y llegue a lo más profundo de nuestro ser. Pero no olvidemos que todos los hombres y mujeres del mundo somos una familia, porque somos hermanos, como Jesús nos dijo. Apretémonos también a la Familia de Nazaret: a Jesús, María y José. Ellos son nuestros amigos y son nuestro ideal de paz, amor y esperanza..
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