24 diciembre 2014

Comentario al Evangelio de hoy, 24 diciembre

Fco. Javier Goñi, cmf
El Sol en medio de la noche
El amanecer tiene un encanto extraordinario. ¿Quién no se ha levantado alguna vez tempranito solo por ver amanecer en algún lugar especial? Este verano lo hicimos un grupo de misioneros voluntarios que andábamos por Honduras: muy tempranito dejamos corriendo la cama y nos acercamos a la playa de Tela, ciudad del Norte de ese país con tanta riqueza natural y tanta pobreza, con tanta esperanza y tanta violencia. Desde allí, llevábamos un mes compartiendo sufrimientos, oscuridades, esperanzas y luchas con muchos hondureños y hondureñas que nos abrían sus comunidades, sus casas y sus corazones. No es fácil ver amanecer en Honduras: hay que madrugar mucho y el mar suele estar cubierto de nubes o de brumas. No es fácil ver amanecer, aunque luego, al menos durante la mañana, el Sol suele brillar con mucha fuerza.

No es fácil ver amanecer en nuestro mundo, porque la pobreza, la violencia, la injusticia y la desigualdad parecen crecer sin parar, a pesar de tanta gente buena, comprometida y luchadora. Hay mucha oscuridad y las tinieblas se hacen cada año más negras y temibles. Honduras nos ha ayudado a muchos a comprender la realidad en la que viven tantos hermanos y hermanas nuestros en tantos países del mundo…
24 de Diciembre: es noche oscura y terrible. Pero hoy nos va a visitar “el Sol que nace de lo alto”. Ya ha venido, y viene cada día, y vendrá. Esta noche celebraremos su llegada. La esperanza es posible: Él va a nacer, e iluminará toda tiniebla, toda sombra de muerte. Y guiará nuestros pasos por el camino del amor, el perdón, la justicia y la paz para todos y todas.
Amanece en Honduras, y en Israel, y en Centroáfrica, y en Irán, y en Afganistán, y en Somalia, y en Pakistán, y en México, y en Siria, y en Irak, y en Sur Sudán, y en Ucrania, y aquí mismo, y en todas las oscuridades y tinieblas que todavía hacen sufrir a tantos y tantas en nuestro mundo.
Hoy es un día para contemplar angustiados tanta oscuridad y sufrimiento, pero con un corazón lleno de esperanza. Un día para prepararnos así al estallido de luz y de alegría de la medianoche, cuando estalle la Luz en ese Niño, Dios-con-nosotros.
“¡Bendito sea el Señor!

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