A la paz de Dios:
Jesús habla en esta ocasión a sus discípulos. Así que estas palabras se dicen para nosotros. Alabanza de la astucia. Pero ¡ojo! No a cualquier precio. Va un cuento:
Un hombre con dificultades en sus negocios hizo una promesa en el templo de que, si se arreglaban todos sus asuntos, vendería su casa y entregaría el dinero resultante a los pobres. Meses después su situación económica se solucionó.
Acordándose de la promesa. Colocó en la puerta de su casa un cartel que decía:
«Se vende casa con gato incluido».
Unos interesados preguntaron por el precio.
-La casa cuesta cinco monedas y el gato diez mil, pero no se venden separadamente -contestó el negociante.
Aquellas personas aceptaron la extraña propuesta y, puesto que les interesaba la casa, pagaron las diez mil cinco monedas. Cuando aquel hombre recibió el dinero, dio a los pobres las cinco monedas de la casa y se quedó para él las diez mil de la venta del gato.
La astucia de los hijos de la luz: para saber cómo se ha de cumplir la palabra.
La astucia de los hijos de la luz: para saber encontrar en cada persona el rostro de Dios.
La astucia de los hijos de la luz: para no dar las cosas por perdidas.
La astucia de los hijos de la luz: para saber que cada día sale el sol.
La astucia de los hijos de la luz: para apostar por los que no cuentan.
La astucia de los hijos de la luz: para construir cada día el Reino.
La astucia de los hijos de la luz…
Vuestro hermano y amigo
Óscar Romano, cmf.
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