UN ABRAZO LARGO
“Pequeña muerte,
llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta,
perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la
llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.” (Eduardo
Galeano)
Prefiero
los abrazos prolongados,
evito
los fuertes,
huyo
de los ausentes
que
se dan sin alma ni corazón.
El
largo es oasis a recordar
cuando
andamos escasos o cortos,
cuando
es el más deseado pero nos lo impiden traumas remotos,
toda
ocasión lo merece: ayer y ahora.
Es
un gesto de permanecer,
un
estandarte de consuelo cotidiano,
mímica
del acompañamiento cercano,
cauce
de emociones y lenguaje de signos otras veces.
Largo,
ensimismado,
reposado,
callado,
precisamente
delicado,
siempre
inacabado
y
necesitado de otro más,
un
achuchón sin necesidad de cámaras
y
desvergonzado.
(Antonio
Martínez. Valladolid)
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