MONICIÓN DE ENTRADA
En este primer domingo de septiembre muchos habrán vuelto de sus vacaciones y otros acabarán de llegar a sus lugares de descanso. Es verano todavía. Pero estemos donde estemos, sabemos que la compañía de los hermanos y hermanas nos ayuda a sentirnos unidos y en comunión con los misterios que la mesa del Pan y de la Palabra siempre nos trae. Recibamos, pues, con alegría al sacerdote –y a sus ministros-- que nos mostrará, por la gracia del Espíritu Santo, la presencia del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Un domingo más nuestra asamblea demuestra que somos un pueblo unido en torno a dos grandes ideas: el amor a Dios y al prójimo. Así descubriremos que el mensaje fundamental de la Escritura en este Domingo 23 del Tiempo Ordinario es que trabajemos con alegría para la salvación de todos los hombres y mujeres de la tierra.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera lectura, que procede del capítulo 33 del Libro de Ezequiel, Dios mismo nos advierte sobre lo malo de la omisión a la hora de advertir al prójimo ignorante de su falta. Y por tanto no excluye que se denuncie el mal, ya sea personal o colectivo. Pero hacerlo con amor y humildad.
S.- El salmo 94 es una oración de alabanza dirigida a la generosidad de Dios, creador de todo. Pero se completa con una advertencia en forma de recuerdo histórico: cuando el pueblo judío endureció su corazón en la travesía del desierto. Nuestro ánimo ha de estar siempre alegre esperando la generosidad del Señor, aunque, a veces, parece que falta.
2.- Según Pablo en su carta a los Romanos –que es nuestra segunda lectura de hoy-- es el amor, lo que hace el bien a los hermanos y lo que, evidentemente, limitará cualquier exceso en la capacidad de advertencia o corrección.
3.- En el Evangelio --del capítulo 18 de Mateo-- es el mismo Jesús quien nos indica la fórmula de corrección en comunidad. Y serán sus últimas palabras del párrafo de San Mateo las que contendrán una promesa impresionante. Jesús estará en medio de nosotros en cuanto “dos o tres” nos reunamos para hablar con Él. Es todo un gran programa de relación con el Salvador. No deberíamos olvidarlo nunca.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
La oración que ofrecemos hoy ha sido siempre considerada como “la plegaria para después de la misa”. Es también conocida como Oración de San Ignacio de Loyola, quien siempre repetía y recomendaba. Nos parece muy adecuada para estos momentos de paz tras recibir la Comunión.
ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén.
EXHORTACIÓN DE DESPEDIDA
El Señor nos ha pedido que seamos comprensivos con todos los hermanos, incluso con aquellos cuyas conductas no nos gustan. Hemos de serlo. Hemos de amar a los hermanos con la misma intensidad con la que intentamos amar a Dios. Hay muchas personas que necesitan de nosotros para llegar a Dios. Meditemos en ello durante esta semana y tengámoslo en cuenta. Hay mucha gente que necesita de nosotros.
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