30 agosto 2014

Recursos para el domingo XXII-31 de agosto












Foto: Domingo 31 de Agosto - 22° del T. Ordinario – Ciclo A

Mateo 16, 21-27: El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo

La clave está en la invitación a negarse a sí mismo que Jesús hace a los que quieran seguirlo. Negarse a sí mismo es convertirse en humilde y disponerse a servir; es considerarse nada y rebajarse uno mismo por el bien de los otros, principalmente de los débiles y de los necesitados.

Jesús aplica ese concepto al encarnarse con la finalidad de salvarnos, asumiendo la debilidad humana y haciéndose "nada" respecto a su grandeza divina que poseía desde el principio en compañía del Padre. Su entrega llega hasta el extremo de aceptar para si mismo la maldición de morir en la cruz por los pecados de la humanidad de todos los tiempos, incluyendo aquellos que hemos cometido tú y yo.

Nuestra cruz son los obstáculos que encontramos en nuestro caminar hacia Cristo. Son dificultades que pueden ser físicas o espirituales, pero que son inherentes al servicio que estamos llamados a brindar en pro de la instauración del Reino de Dios. Por tanto no debemos rechazarlas sino asumirlas y con ellas seguir a Jesús, asociándolas a su cruz como un minúsculo aporte nuestro a su dolorosa pasión. Tenemos que estar conscientes, sin embargo, que la cruz no es masoquismo, no es sufrir por sufrir; es más bien estar dispuestos a compadecerse y a amar, a sacrificarse por los demás, aunque ésto nos duela y cueste incluso la vida; pero siempre con la certeza de que estamos actuando como el Señor lo haría y como él nos pide que obremos.

Foto: Domingo 31 de Agosto - 22° del T. Ordinario – Ciclo A

Mateo 16, 21-27: El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo

Te ofrezco, Señor, todo lo que tengo y lo que soy. Pero, sobre todo, te ofrezco mi pequeñez, mis limitaciones, mi pecado... Sí, me doy cuenta de que soy limitado. Hago lo que no quiero y lo que quiero no hago. A veces, quiero hacer cosas maravillosas en mi vida espiritual, avances en el dominio de mis vicio... Pero, lo quiero hace a mi gusto, sin esfuerzo. Otras veces, pretendo hacerlo solo, confiando en mis fuerzas, sin contar que Tú eres el protagonista en mis avances por el camino del discipulado de Jesús. Amén

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