Después de 50 días de encarnizados enfrentamientos en Gaza en la mayor crisis registrada entre Israel y Hamas en los últimos años (zanjada, por el momento, con más de 2.000 muertos, más de 11.000 heridos y casi 300.000 refugiados, la gran mayoría palestinos, según datos de la ONU), la sorpresa llegó el pasado 26 de agosto, cuando, en sólo unas horas, se anunció que la mediación de Egipto había tenido éxito (pese a fracasar las cuatro anteriores treguas) y tanto el presidente palestino, Mahmoud Abbas, como representantes del Ejecutivo israelí encabezado por Benjamin Netanyahu, anunciaban la entrada en vigor de un alto el fuego “completo e indefinido”.
Pero no sólo eso, sino que también se hacía pública la suspensión del bloqueo a la Franja de Gaza por parte del Ejército hebreo, vigente desde 2007. Desde ya, mientras se abren negociaciones para tratar de resolver el statu quo definitivo en la zona, se permitirá la entrada de ayuda humanitaria y materiales de reconstrucción.
De este modo, aunque nada hacía prever un desenlace así, se vuelve en gran parte a la situación de hace siete años, cuando Hamas venció en las elecciones gazatíes, lo que tuvo dos repercusiones principales:
Por un lado, Israel estableció un bloqueo de la Franja al considerar a la milicia islamista como un grupo “terrorista”.
Por otro, Palestina quedó dividida en dos, quedando enfrentadas entre sí las autoridades de Cisjordania (centro de la ANP de Abbas) y las de Gaza, controladas por Hamas.
Situación que concluyó el pasado abril, una vez que la ANP y Hamas pactaron la conformación de un gobierno técnico de unidad nacional para todos los palestinos; hecho que, a su vez, causó el rechazo de Israel y el comienzo de unas hostilidades que acabaron desembocando en este último enfrentamiento.
Por el momento, y en espera de comprobar la evolución de los acontecimientos, la apertura de las barreras en Gaza, siete años después del inicio de su bloqueo, hace que se abra, al fin, un rayo de esperanza.
Ahora, la reconstrucción
Aunque la situación sigue siendo muy inestable, desde el primer momento en que entró en vigor, la población gazatí no dudó en salir a la calle para celebrar la firma de un alto el fuego que, a diferencia de las anteriores treguas, no tiene un plazo para su cierre.
Así, desde ahora empieza para la comunidad local el inicio de una costosa reconstrucción, que el presidente palestino, Mahmoud Abbas, calificó de “prioritaria”.
Para abordar la misma (aparte de las numerosas bajas personales, las pérdidas materiales son enormes, quedando una Gaza devastada en muchos barrios), ya se ha convocado una cumbre que se celebrará dentro de una semana en la capital egipcia y que coordinará el Gobierno palestino de unidad nacional.
Al suspender Israel su bloqueo, diversas instituciones, encabezadas por la ONU, enviarán un amplio contingente de ayuda material y personal.
Y, como han hecho a lo largo de toda esta crisis y desde siempre, las instituciones eclesiales continuarán volcándose en la atención a la población más afectada.
Por Miguel Ángel Malavia
Fragmento de un artículo publicado originalmente por Vida Nueva
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