Con infinito respeto nos acercamos a ti, Dios-Trinidad, misterio de comunión, presentándote nuestros deseos para que tú los conviertas en experiencia de vida:
• Por la Iglesia toda, para que nos vivamos como misterio de comunión a imagen de la Trinidad y sacramento testimonial del mundo, unidos por el amor desde la alteridad.
• Para que el espíritu de la división no triunfe sobre el camino del mundo hacia la unidad final de todo lo creado y se cumpla el sueño de Jesús, de que todos sean uno como Él y el Padre son uno por el Espíritu.
• Por todos los que buscan el misterio de Dios sin saber ponerle nombre. Que, liberándose de todo individualismo, descubran la realidad de un “nosotros” mayor que el bien de cada uno y fundamento de toda felicidad.
• Que sepamos respetar silenciosamente el nombre de Dios y, cuando el dedo apunta a la luna, no nos quedemos mirando únicamente el dedo haciendo de él un absoluto.
• Por todos los que, cegados por no admitir otra verdad que la de la ciencia y la tecnología, no alcanzan a descubrir el misterio del ser. Que descubran que “lo esencial es invisible a los ojos”.
• Que el misterio de la Trinidad no sea para nosotros algo incomprensible y misterioso, puro y frío dogma de fe. Que lo descubramos como experiencia vital en nuestro caminar hacia el Padre, desde el Espíritu de Jesucristo resucitado. Porque “solo se ve bien con el corazón”.
Conocerte a ti, Trinidad Santa, sólo es posible como regalo que tú nos has dado. Que sepamos acogerlo desde el silencio respetuoso que sólo pide estar abiertos a tu callada presencia en nuestro corazón y en el corazón del mundo.
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