14 junio 2014

Stma. Trinidad

Al revivir la experiencia cristiana en Jesús, Él nos muestra, en su misma vida, el misterio de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo, comunión en la diversidad. Lo que hoy celebramos es la realidad de Dios como comunión, puesto que no hay comunión ni comunicación si no hay “alteridad”, es decir, si no hay dos seres diferentes que entran en relación. Decir que Dios es Trinidad es decir que, en su seno, es relación, comunión y comunicación. Y nosotros estamos llamados a vivir también en el seno de esa relación. Estamos vinculados a la vida de comunión que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y, al mismo tiempo, este ser de Dios-comunión es, precisamente, el sentido último de la vida y de la historia, la utopía final que buscamos, el Reino: “que todos sean UNO como tú, Padre y Yo, somos UNO”.

Encendemos hoy la vela de la TRINIDAD- COMUNIÓN.
CREDO DE LA VIDA
Creemos en Dios,
Padre de la vida, que actúa en la historia,
que nos ha creado para la plenitud
y nos compromete a defender la vida
frente a los poderes de muerte
desatados hoy por la injusticia,
el hambre,
el armamentisrno,
la explotación,
la deuda externa
y la violación permanente de los derechos humanos.
Creemos en Jesús,
Hijo de Dios y hermano nuestro,
que apostó siempre por la vida,
que vivió en plenitud su vida,
que defendió la vida más débil con su vida; evangelizador de los pobres,
liberador de los cautivos,
luz de los ciegos,
portador de paz y justicia
para indígenas y campesinos,
obreros y habitantes de suburbios.
Creemos en su muerte y resurrección,
signo, fuente y primicia del triunfo definitivo de la vida.
Creemos en el Espíritu Santo,
señor y dador de vida desde siempre y para siempre, abogado de nuestras causas perdidas,
vivificador de nuestras entrañas,
renovador de toda la historia,
que anima y conduce el proceso de liberación
de todos los pobres y olvidados de la tierra, creyentes e increyentes.
Creemos en la Iglesia,
comunidad de hermanos,
que arranca desde los apóstoles
y manifiesta su vitalidad desde los empobrecidos de la tierra. Creemos en una Iglesia servidora y sin privilegios, evangelizadora universal, testigo de la buena noticia
y compañera del pueblo excluido y marginado.
Creemos en el Evangelio y su buena noticia,
en la comunión de los santos,
en la resurrección de los muertos,
en el Reino ya comenzado
y en la vida nueva que Dios nos da en su seno. Amén.
Florentino Ulibarri, “Al viento del Espíritu”,
Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 20123, pp. 492-493. 

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