Santos Pedro y Pablo
Introducción
Hermanos: hoy nos congregamos para celebrar el martirio de San Pedro, en el año 66, y el de San Pablo, al año siguiente, ambos durante el reinado de Nerón. Recordemos que aquella comunidad cristiana de Roma sufrió persecuciones, destierros y martirios durante casi tres siglos y, como dijo Tertuliano: la sangre de los mártires era semilla de nuevos cristianos... ¡y lo sigue siendo también en nuestros días a lo largo y ancho de nuestro mundo!
Comencemos cantando...
Saludo inicial
Hermanos: la liturgia dominical de hoy deja
su lugar a la festividad tan grande de Pedro y Pablo. Ellos dieron su vida por
Cristo y por predicar su evangelio, ellos, que son las columnas fuertes de la
Iglesia en sus comienzos y que sellaron con su sangre la fe que hoy nosotros
profesamos... y estamos llamados a testimoniarla en vivo y en directo con
nuestras mejores obras de amor a Dios y los prójimos: que en ello radica la
solemnidad de nuestra fiesta de hoy. Entonces:
Que los ejemplos de fe y santidad de Pedro
y Pablo y el testimonio de su vida entregada por Cristo y por proclamar su
palabra, nos animen a dar nuevos pasos adelante en nuestra vida cristiana de
cada día. Y que la paz y el amor de Dios estén siempre con cada uno de ustedes.
Acto penitencial
Pedro y Pablo fieles a Jesús, de su mano
crecieron y maduraron a su imagen y semejanza, viviendo cuanto
predicaban, perseverando día a día hasta el fin. Pidamos al Señor, por
intercesión de aquellos, también nosotros crecer en el empeño de ser hoy y aquí
testigos de Jesús:
- Ya que por gracia de Dios conocemos al
Padre, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, que en nuestra vida diaria,
abracemos el desafío de ser verdaderos discípulos: Señor, ten piedad de
nosotros...
- Que al mismo tiempo que nos que- jamos
del desorden establecido en nuestra sociedad, que de la mano de Pedro,
Pablo y tantos otros mártires, no dejemos de perseverar en la construcción de
Reino de Dios... Cristo, ten piedad de nosotros...
- Si la sangre de
los cristianos es semilla de nuevos cristianos, si el sudor, las lágrimas y
sacrificios de tantos otros hacen también que el Evangelio resuena en todo el
mundo... no así nuestras indiferencias y antitestimonios... Señor, ten
piedad de nosotros...
Dios todopoderoso tenga misericordia de
nosotros perdone nuestros pecados y nos de la vida
eterna. Amén.
Liturgia de la
Palabra
Primera lectura (Hech
12, 1-11): Las fuerzas del infierno habían empezado su guerra contra la
naciente Iglesia: Herodes encarceló a Pedro, pero la comunidad oraba
insistentemente. Salmo (Sal 33, 2-9): El Señor me libró de
todos mis temores.
Segunda lectura (2Tim
4, 6-8. 17-18): Pablo en la cárcel ve llegar su fin y escribe a Timoteo: he
combatido el buen comba- te de la fe, ahora sólo espero la corona de manos del
Justo Juez.
Evangelio (Mt
16, 13-19): Pedro profesa su fe en Jesús ¡tú eres el Mesías!, y Jesús le
anuncia: y tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... y
nadie podrá contra ella...
Oraciones de los
fieles
Así como al comienzo, también hoy, por ser
fieles a Cristo y su Evangelio, muchos cristianos sufren persecución y
destierros, cárceles y crueldades... Oremos por su perseverancia en la fe y el
testimonio de su caridad. Oremos también por nosotros mismos para que jamás
claudiquemos en nuestra vida cristiana...
A cada invocación contestemos: ¡Ayúdanos
a mostrar nuestra fe con alegre valentía!
Que la luz de nuestra fe
se manifieste en nuestras buenas obras. Oremos al Señor.
Que nuestra fe y amor muevan
montañas de mentiras y maldades. Oremos al Señor.
Que como Pedro y Pablo
perseveremos en el buen combate. Oremos al Señor.
Y si alguna vez imitamos
la cobardía de Pedro en el Sanedrín. Oremos al Señor.
Para que quienes nos
legaron su fe gocen viéndonos perseverar. Oremos al Señor.
Señor Jesús, que tu fidelidad al Padre y el
ejemplo de Pedro y Pablo y tantos cristianos desde
entonces, nos animen a mostrar al mundo que nuestra fe no es vana ilusión
sino amor y verdad, justicia y paz en acción salvadora, para que así, muchos se
entusiasmen por seguirte juntos todos en tu Iglesia, caminando sobre tus
huellas hasta el fin. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las ofrendas
Si cuanto somos es Dios quien lo creó, y cuanto de bueno y verdadero podemos es Dios quien nos capacita para realizarlo...ofrezcámosle nuestro amor agradecido, obediente y alegre.
Pongamos sobre el altar nuestra ofrenda de
pan y vino cantando...
Comunión
Juan escribe Dios es amor ,y Pedro y
Pablo, a su modo, lo repiten en sus cartas. Ellos lo experimentaban al
punto que no veían la hora de vivir
definitivamente con él. Cabría quizá
preguntarnos: nosotros, ¿anhelamos profundamente como ellos vivir eternamente
con Cristo en Dios?... nuestras comuniones, ¿las vivimos como un anticipo de
esa unión, cuando definitivamente Dios sea todo en todos?...
Vayamos a comulgar cantando...
Despedida y bendición final
Pedro y Pablo y tantísimos otros, mártires
a sangre y fuego o apóstoles a sudor y lágrimas, ya viven
en plenitud cuanto el Señor prometió a los
que creyeran en él y lo siguieran. Nosotros seguimos peregrinando como ellos
sobre las huellas de Jesús. Un día nos encontraremos todos juntos, de la mano
de su bendita Madre, en torno al Padre Celestial. Y allí cantaremos eternamente
sus alabanzas. ¡Aleluya!
Y que el Señor nos bendiga y nos proteja...
amén, tenga piedad y nos muestre su rostro... amén, nos mire siempre con amor y
nos conceda su paz. Amén.
Que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre... amén.
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre... amén.
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