LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS
Domingo 4º de Adviento. A
22 de diciembre de 2013
En
un momento de crisis y de miedo ante las invasiones enemigas, el profeta Isaías
anunciaba al rey el nacimiento de un niño que llevaría por nombre Emmanuel, es
decir “Dios con nosotros”. Una promesa que puede parecer inútil y hasta molesta
a todos los que han decidido prescindir de Dios.
En
las vísperas de la Navidad la liturgia nos repite una y otra vez que “el mundo
espera un Salvador”. En realidad hay muchos que no esperan nada ni esperan a
nadie. Algunos, porque todo les empuja a la desesperanza. Y otros, porque
viven muy cómodos en el presente y no miran al futuro.
En
realidad, estos últimos se preguntan, de qué podrían ser salvados ellos, que se
sienten tan realizados y satisfechos con lo que tienen. Que la celebración de hoy nos ayude a todos a recobrar el don y
la tarea de la esperanza, para recibir al Deseado de los pueblos, como lo
invoca hoy la antífona del “Magnificat”.
SALVADOR
DEFINITIVO
El
evangelio según san Mateo que hoy se proclama (Mt 1,18-24) recobra aquella
promesa del profeta Isaías y la ve actualizada en la “anunciación” a José:
“José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa,
porque el hijo que espera es obra del Espíritu Santo. María tendrá un hijo y tú
le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus
pecados”.
Jesús
es el Salvador definitivo, enviado por Dios al final de los tiempos. Él nos
salva de la triple tiranía del tener, del poder y del placer.
-
Nos libra de la desconfianza que experimentamos ante los demás, cuando sólo los
consideramos como desalmados competidores, en lugar de verlos como nuestros
hermanos.
-
Nos libra de una concepción de Dios, que nos llevaba a verlo como un tirano, como
el mayor enemigo de nuestra felicidad.
-
Y finalmente, nos salva de lo peor de nosotros mismos. Nos libera de nuestra
mentira y de nuestra vaciedad, de nuestro egoísmo y nuestras cobardías, de
nuestra vileza y nuestro miedo.
EL
NOMBRE QUE NOS SALVA
El
nombre de Jesús significa “Dios salva”. Creemos y confesamos que por Él nos ha
ofrecido Dios la salvación. En él se nos hace visible cada día nuestra dignidad
de hijos amados por Dios. Con Él, por Él y en Él damos gloria y alabanza a
Dios.
•
Ese nombre de Jesús nos revela ya que la causa humana no está abocada al
fracaso. Hay una salvación para quien aspira a vivir con dignidad en el mundo.
•
Ese nombre nos recuerda que, por terribles que parezcan, las fuerzas del mal no
pueden sobreponerse a la sencilla majestad del bien.
•
Ese nombre proclama que la salvación no nace de la fuerza o del ingenio del
hombre, sino que es siempre un don gratuito de Dios. Pero veamos si podemos
colaborar de algún modo concreto en la obra salvadora de Jesucristo.
-
“Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al
hombre que formaste del barro de la tierra. Ven, Señor Jesús”.
José-Román
Flecha Andrés
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