Hoy es viernes, 6 de septiembre.
Preparo mi corazón par escuchar la palabra que ilumina mi vida. Le pido al Señor disponibilidad para lo que me quiera decir y enseñar. Él está hoy conmigo, actuando en el presente de mi vida. Señor Jesús, en ti encuentro respuestas a mis preguntas. En ti pongo mi esperanza. Me acerco al misterio de Jesús y a reconocer por qué y para qué el ha venido a nuestro mundo. Jesús quiere hacer algo nuevo hoy en mi vida.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 5, 33-39):
En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»
Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»
Los fariseos no pueden reconocer a Jesús como el Mesías. Están apresados por sus propios ritos, sin personas rígidas, cerradas a la novedad. En cambio, Jesús se presenta como el novio. ¿Pueden los invitados a la boda hacer ayuno, mientras el novio está con ellos? Y yo, ¿me siento parte de la celebración de la vida que hace Jesús o me siento como los fariseos, ciegos a Jesús debido a una mirada insuficiente?
Jesús me llama a vivir en el gozo de saber que estoy unido a Dios. Él viene a sanar, a reconciliar, a dar paz. ¿Estoy viviendo mi relación con Jesús con la alegría que significa que Él es el maestro y el Señor? Quizá sea necesario abrir en mi vida, un poco más, las puertas al gozo, a la alegría y a la celebración que me llega de parte de Dios.
Jesús propone una comparación. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, pues el vino nuevo reventaría los odres. El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos. El verdadero discípulo es el que puede reconocer que el maestro camina a su lado, llamándolo siempre a la vida nueva de Dios. ¿Qué es lo nuevo que Jesús está haciendo hoy en mí?
Jesús, como el novio y el dispensador de vino nuevo, me llama a un conversión alegre. Su mensaje principal es que la vida triunfa sobre la muerte. Su vida es agua que hace germinar la tierra. Es necesario que yo pueda reconocer en cada momento la vida nueva que viene de él. Para esto, me ayudará leer nuevamente el evangelio de hoy.
Voy terminando mi oración. Agradezco el tiempo que he podido estar junto a Jesús. Le agradezco que sea el maestro y el Señor. Mirándole a la cara le digo lo que él significa para mí. Le digo que quiero vivir más alegremente en su presencia. Le pido su gracia para hacer todas las cosas por él, con él y en él. Señor, quiero estar siempre a la novedad de la vida que me viene de ti.
Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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